El mejor Eibar olía a Arguineguín
28/08/2013

El próximo rival de la UD acarició el ascenso a Primera hace 9 temporadas con un juvenil David Silva, cuya zurda ayudó a la emotiva campaña en la historia del club armero

M.B.

Pongamos una alfombra en el Estadio de Gran Canaria. Viene la SD Eibar y merece engalanar el recinto de Siete Palmas ante el regreso de uno de los clubes más sensatos que ha desarrollado carrera en el Fútbol Profesional. El equipo guipuzcoano fue durante dos décadas un símbolo en la Segunda División española, con recursos limitados pero con un gran pundonor para enfrentarse a todo tipo de rivales. Fue vivero del fútbol vasco en categoría profesional y, también, plataforma de lanzamiento de jugadores en proyección.

Y vivió incluso su momento de gloria en la temporada 2004-05 cuando acarició hasta la última jornada la posibilidad de alcanzar la máxima categoría. Ocurrió en una temporada de ensueño del club armero, jamás imitada en sus 73 años de historia. Aquel año en el que acabó cuarto, a sólo tres puntos de los ascendidos Cádiz, Celta y Alavés, el Eibar fue el gran animador de la categoría y en sus filas destacaba un zurdito cedido por el Valencia CF, que acudió a Ipurúa a doctorarse en un estilo de juego que le haría todavía mejor y más competitivo.

Ese David Silva tenía 18 años y José Luis Mendilíbar -un año antes dirigía a la UD Lanzarote en Segunda B- le entregó el papel de dandy en el sorprendente aspirante al ascenso en que se convirtió la SD Eibar de aquella temporada, año en que Las Palmas purgaba una de sus dos últimas campañas en la Segunda División B. Es ese uno de los motivos por los que ni siquiera en aquella ocasión Silva llegó a enfrentarse al representativo de su tierra. la camiseta amarilla nunca la tuvo enfrente. Como si el destino siempre se aplicara para que ambos se evitaran encontrar en el camino.

En el Eibar de Mendilíbar, David Silva fue un ídolo a pesar de su juventud. Se metió de lleno en la pelea balón a balón que caracteriza a los azulgrana del Norte, sin desprenderse de su buena técnica y olfato en ataque. Fue una referencia principal para el goleador de aquel equipo, Joseba Llorente (18 dianas), y se sintió protegido por jugadores expertos que le mimaron a su alrededor: Karmona, Gaizka Garitano -hoy técnico- Cifuentes, Fagoaga, Mateo, ...

El Eibar ya cruzaba el ecuador de aquella Liga entre los cuatro primeros clasificados y, jornada a jornada, fue haciéndose un hueco cada vez más consolidado entre los candidatos. Uno de los momentos entrañables de la campaña se produjo en los Campos de Esports de Lleida cuando, con el partido igualado, David Silva tuvo un gesto inusual renunciando a un contragolpe que parecía decisivo para que un rival fuera atendido al estar lesionado. Esos puntos se quedarían en el camino, pero la acción de fair play del chico de Arguineguín fue de premio. Y a saber la trascendencia que habrían tenido.

La emoción presidió la trayectoria de ese gran Eibar hasta el final del campeonato, escapándose la posibilidad del ascenso precisamente en el estadio ilerdense, donde el Celta ganó 0-2 en la última jornada.

Silva dejó un imborrable recuerdo para la hinchada de Ipurúa, que fue la que primero le aplaudió en el fútbol profesional. Tras conocer el codo y el barro, el Valencia le envió un año después a Vigo. Allí probó la Primera División con otra cesión en el RC Celta y también despuntó. Estaba naciendo una luminosa estrella que, como bien dijo el seleccionador Iñaki Sáez, tuvo la suerte de haber sido guiada por estrategas en la educación. "La de Silva es la carrera mejor llevada del fútbol español". El tiempo lo ha confirmado y en Éibar lo disfrutaron.


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Vídeo: El año que los armeros acariciaron la gloria

 

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