Tana, el veterano
05/10/2013

El canterano logra su primer gol con el oficio de quien ha vivido mil batallas; estuvo sereno en la resolución de un eficaz contragolpe

Manuel Borrego

El partido estaba revuelto. Muchas de las piezas habían dejado sus casilleros de salida. Y el Córdoba empujaba. Su entrenador introdujo en el campo a Pelayo, Pacheco y Ulises Dávila; abandonó posiciones defensivas para crear superioridad en las inmediaciones del área grancanaria. Con este panorama los minutos finales se tiñeron de incertidumbre, aunque Las Palmas intentaba jugar con velocidad a la contra para usar el descabello.

Fue el escenario donde Tana Domínguez marcó su primer gol como jugador profesional. El pase lo envió en profundidad Nauzet y él alcanzó el balón con tiempo para percatarse todo lo que estaba a su alrededor. Escuchaba los pasos de los zagueros rivales y también observó la compañía de Apoño, al que le quedaban fuerzas todavía para una última avalancha. Tana estuvo tranquilo, quizá en exceso. Y con la calma de quien ha estado en muchas batallas, cruzó el balón donde a Saizar más le podía doler.

Deivid, a la izquierda, en una de sus subidas al ataque (C. Torres)

El canterano, aquel del que tanto se ha hablado en los últimos meses con su inclusión en la UD Las Palmas desde el Vitamina C, se hizo su propio hueco en la historia de la temporada. Antes, su compañero Asdrúbal había puesto en pie a los 9.210 pacientes aficionados. Fue otro de los vencedores de la tarde. El guerrillero de Guanarteme se batió contra la defensa andaluza. Tuvo la mejor ocasión del primer periodo, con un disparo de izquierda que repelió el larguero. Fue participativo y también algo obsesivo con el balón. Le premian el que siempre llega al vestuario con el depósito en la reserva.

De nuevo el delantero del filial ocupó puesto titular. No fue la única novedad. Galán relevó a David García, que a su vez cubrió el puesto del sancionado Aythami Artiles en el centro de la defensa. El defensa procedente del Espanyol empezó con titubeos; le tocó controlar al mejor atacante del Córdoba, López Silva, sobre quien cometería penalti. Luego, tras el paradón de Barbosa, controló el sector derecho, haciendo valer sus horas de vuelo.

En la banda izquierda, Xabi Castillo -imagen de la derecha- no sólo fue un defensa eficaz sino que durante muchos minutos era el jugador más profundo del equipo canario, con veloces internadas y centros que no tuvieron remate. El vasco ha tenido la oportunidad y anula debates sobre el lateral zurdo. Se ha acoplado bien a Deivid, que sigue su crecimiento personal como jugador y como hombre que tiene galones en este proyecto. Pasó apuros con Xisco en el marcaje mutuo con David García, pero el ex deportivista no marcó, ni siquiera desde los once metros.

El equipo es otro con Apoño, de eso no cabe duda. El andaluz manda, coordina, corrige y se esmera en que todos los demás parezcan mejores. Su sociedad con Vicente Gómezparece ser suficiente en el centro del campo, pero debe ir a más en cuanto a la creación. Valerónactuó en el primer periodo, con el pase siempre en sus botas pero sin destinatarios en ese periodo.

El Nauzetde este sábado ha sido el más convincente de la temporada. Rápido, punzante, participativo, ... Logró equilibrar el ataque, donde ya Masoud era el jugador que más preocupaba al Córdoba. El iraní tiene talento, de eso no cabe duda, y cada día eleva su tono físico. Crea, ayuda y es asociativo en el juego. Lo supo aprovechar Aranda, que por fin dejó entrever su mirada depredadora. Mayor le relevó y aprovechó el desgaste que había producido entre sus marcadores.

Sin llegar a un alto funcionamiento, Las Palmas se pareció un poco más al equipo que puede ganar partidos con imaginación en ataque y rigor defensivo porque, al margen de los aciertos en las redes de Saizar; ¡qué decir de Barbosa!. En partidos como éste se agotan los calificativos. Sin sus paradas, de nuevo sería inimaginable hablar de un triunfo que ha llegado para apagar agún conato. Agua de mayo, en octubre.

Valerón escapa de los zagueros andaluces, durante la primera parte (C. Torres)

 

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