Por Manuel Borrego
El propósito inicial de la UD Las Palmas, acuñado en las palabras de su entrenador Sergio Lobera, era convertirse en un conjunto imprevisible para todos sus rivales del campeonato. Quizá seguir la estela conocida hasta la pasada promoción para avanzar en el nuevo torneo. Ese concepto presidió posiblemente toda la pretemporada pero no alcanzó a tener raíces, al menos en las proporciones esperadas cuando la Liga zarpó frente al Deportivo hace casi dos meses. Las valoraciones del entrenador han ido viajando en el tiempo y en función de los acontecimientos. De aquella prioridad de ser un conjunto difícil de controlar, pasa ahora a la búsqueda de un bloque y de un fútbol constante. Porque Las Palmas sigue siendo un equipo que juega a ratos: a ratos desesperantes, a ratos bien organizado en defensa, a ratos lúcido en ataque y en otros sin brújula. Pero no alcanza una navegación equilibrada en todas las facetas del juego.
Es por ello que el propio Lobera lo ha ido explicando en sus exposiciones tras los encuentros. "Vi algo que no me ha gustado tras el gol (del Deportivo); perdimos la idea que teníamos", dijo en la apertura de la Liga. "No puede ser que lleguemos al descanso sin dar cinco pases seguidos. Eché en falta personalidad para llevar el peso del juego" valoró tras jugar con el Numancia. "Hemos tenido oficio en momentos puntuales para ganar el encuentro. Pero no hemos ofrecido continuidad" comentó en la victoria de Girona. "El Lugo fue superior desde el punto de vista táctico, también en intensidad, madurez y oficio. No hablo solo de actitud de los jugadores sino de aspectos tácticos (...) Este no es el camino", en su contundente discurso en la última derrota. Y así ...
El propio técnico no puede mantener un mensaje horizontal porque es el equipo quien no presenta una navegación de crucero. Las Palmas ya se aproxima a su primer cuarto de competición, con un promedio de puntos que en teoría no le permitirá luchar en las primeras posiciones del campeonato. 1.44 puntos por encuentro le llevan a acariciar al final del campeonato los 61 puntos, en teoría insuficientes para los objetivos trazados. Progresar mientras compite es la solución pero llegado a este tramo de la Liga y tras las nueve jornadas la primera misión es firmar un partido completo, que logre al fin despejar tantas incógnitas.
28 futbolistas convocados y 26 utilizados en nueve jornadas, imposible confeccionar dos veces el mismo once, jugadores ausentes por diversas razones técnicas, físicas y deportivas, ... Son señales inequívocas de que el zigzag en la Liga no es buena medicina.