Cambio de tercio
09/11/2013

Por Higinio Medina

La Unión Deportiva Las Palmas desaprovechó nuevamente una oportunidad de consolidarse como un serio aspirante (no de boquilla) a ocupar los puestos de privilegio de la segunda categoría del fútbol español. Su derrota ante un buen plantel, pero en horas bajas, refleja una vez más las lagunas del equipo canario en aspectos que se convierten una vez más reiterativos en el tiempo.

El Hércules, con poco, fue capaz de darle la vuelta al marcador (2-1) echando por tierra conceptos, que se le podrían atribuir por su situación clasificatoria, como el de la ansiedad al encajar un gol que en teoría debería atenazarle y sumirle en un profundo desasosiego. La verdad es que bien pudiera haber sido así, pero incomprensiblemente el equipo dirigido por Sergio Lobera en lugar de hacer "sangre" comenzó a sestear, es decir dar vida al rival.

Obviando que el primer gol del equipo alicantino fue producto de un claro fuera de juego, Las Palmas sigue fiel a su "incapacidad" de doblegar planteamientos defensivos incómodos. Es como si se careciera de un guión para este tipo de circunstancias, en los que la movilidad, la velocidad y la utilización de las bandas son fundamentales para superarlo, pero no, se incide en la lentitud, en la posesión del balón como arma estratégica y eso no siempre es determinante.

Las oscilaciones de los grancanarios de un partido a otro, incluso dentro del mismo encuentro, son cuanto menos llamativas. No vamos a negar, atendiendo a la tabla clasificatoria y a determinados momentos de brillantez, que lo realizado hasta el momento es positivo, pero hay un elemento que a la larga es el que será determinante y que hasta ahora se echa de menos: la continuidad.

Sin continuidad poco se va a conseguir, y esa continuidad entendemos que es el resultado de la lectura que se hace según el momento del partido. Es totalmente incomprensible, tomando como ejemplo el enfrentamiento de hoy, que, a raíz del gol y con un contrincante prácticamente desarmado, no se haya ido a cerrar el resultado y la imagen, aunque no desoladora como en otras ocasiones, se asemejara más al término de aplatanado que al brío demostrado ante el Sporting o los primeros veinte minutos contra el Alcorcón...

No deja de ser fútbol, pero tiempo atrás eran los ejércitos los que dirimían las batallas y no por ser grandes siempre ganaban. Son muchos los aspectos a tener en cuenta: articular un grupo, crear complicidad, tener altura de miras, saber rectificar y no volver sobre los pasos que no conducen a ningún lado. Todos llevamos un entrenador dentro, pero hay obviedades que no se pueden obviar.

 

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