Por Manuel Borrego
Un presidente de la UD Las Palmas que la historia recordará por su especial elegancia en el trato fue Germán Suárez, gentil siempre entre conocidos y extraños. No se le recuerda palabra más alta que otra, ni gesto que no dibujara su hidalguía en todos los escenarios que pisaba, tanto en los profesionales como en los deportivos. Al fútbol iba con su puro, habitual compañero, para disfrutar. Y fue presidente del club grancanario por aquel argumento de las rotaciones aplicadas entre los miembros de la cúpula Gerencia Deportiva; sistema que, como se comprenderá, tampoco es exclusivo en las decisiones Sergio Lobera. Pero el fútbol y la competición tiene 'un no sé qué' capaz de crear en cualquier humano momentos de perplejidad, inhabituales. Suárez, en una única ocasión, rompió su estilo para calificar como "peor que una mosca cojonera" la actitud que había padecido en el palco del Insular por parte María Teresa Rivero, su colega del Rayo, en un partido de Liga de Segunda. Por un día y en un instante, el fútbol transformó uno de sus conceptos. No volvió a repetirse por más situaciones incómodas que hubiese vivido.
Apoño debe saber que tener reacciones como las que él mismo protagonizó el pasado sábado en el Miniestadio no es exclusividad suya; le ha podido pasar a jugadores con todo tipo de rangos y en circunstancias especiales. Debe saberlo, pero conocerlo no puede convertirse en su refugio. Ha hecho este lunes lo correcto: pedir perdón a aficionados y compañeros e intentar aclarar qué pasó en aquel instante fatídico ante el Barça B. Pero ahora viene lo peor de todo el entramado y es la resolución que adopte el Comité de Competición para definir si "sinvergüenza cinco veces" -lo que figura en el acta es la Biblia- es considerado insulto y en qué grado. Hasta diez partidos de sanción amenazan; un exceso sin duda.
Hay otra realidad que vive parelela en él: el Apoño que realmente interesa suma 23 puntos cosechados con la UD Las Palmas y 0 durante sus dos ausencias. Lo quiere él mismo dejar en curiosidad estadística, pero hay algo más detrás de este dato. No es casual. El Apoño perjudicado a título personal por lo que vendrá desde Competición también lesiona de manera directa al propio colectivo. Y no sólo por las circunstancias venideras, sino porque el escenario de una expulsión merma de forma directa a la UD Las Palmas en los encuentros. Esta vez, no hubo consecuencias porque el 1-2 fue inamovible. Pero él mismo lo subrayó este lunes: "Nos estamos jugando muchísimo".
Está claro que, en diversos aspectos, el malagueño es el nuevo Samways de la UD Las Palmas. Un jugador dotado de fuerte carácter, que acompaña sus actuaciones con correctas lecturas del juego e inyección de ánimo a sus compañeros, a los que logra espolear. Ese Apoño es el que fichó la UD, a quien este proyecto de ascenso necesita. Ha de imponerse sobre el otro, convenciéndole de que las palabras que son inequívocas en un affaire son las que no se pronuncian.