Mientras unos trotaban, otros volaban
04/12/2013

El ritmo marcó la diferencia en un derbi plagado de jugadores canarios: 7 en el Tenerife, 8 en Las Palmas

Por Higinio Medina

Arrancaba el esperado derbi entre el Tenerife y la Unión Deportiva Las Palmas (3-0) con 15 jugadores canarios (7-8) sobre el terreno de juego. Si ya de por sí este tipo de enfrentamientos tienen una connotación especial en la que se involucra de lleno una parte de la sociedad canaria en defensa de unos colores, qué podríamos decir si los llamados a disputar el partido más esperado son mayoritariamente de la propia tierra.

Lo normal es que se viera la misma intensidad en ambos contendientes, la realidad fue que mientras unos trotaban otros volaban, si se nos permite la expresión. Desde el pitido inicial vimos como unos corrían con criterio, con un plan perfectamente trazado, como también vimos a otros que esperaban a que campeara el temporal para luego desplegar el juego que nunca llegó.

Cinco isleños en las filas del Tenerife desarbolaron con su velocidad, en esta ocasión con mayor dosis de motivación, a un plantel que bajo nuestra opinión no estuvo a la altura que requería la ocasión. No por falta de actitud, ni siquiera de aptitud, simplemente porque el partido se planteó por parte de los amarillos como un partido más y hoy precisamente no era un partido más: era el partido.

Se podrá intentar justificar que la expulsión de Barbosa condicionó el resultado, pero no es así, ya que la velocidad de los jugadores tinerfeños provocó la acción que concluyó con la citada expulsión. Se podrá intentar justificar la dura derrota con argumentos baladíes, pero lo cierto aún sabiendo como jugaba el contrario no se supo contrarrestar y eso da que pensar.

Dos imágenes hablan por sí solas: Ayoze besa el escudo tras la consecución del segundo gol, es el delirio, el premio a su gran partido, como el de Suso, por el contrario Ángel se enerva ante la sanción de una falta que incluso mereció que le amonestaran. Era la impotencia de la incapacidad frente a la alegría en una noche para olvidar, pero que puede tener consecuencias anímicas, de hecho unos van al alza y otros van en retroceso.

La clave del partido está en la intensidad con la que salieron al terreno de juego los blanquizaules, conocedores de la importancia de lo que había en juego: el orgullo de vencer a su eterno rival y los tres puntos. Una clave que debía ir en dos direcciones, pero que los errores tácticos y estratégicos de los grancanarios hicieron que fuera sólo en una dirección.

En esta Unión Deportiva hay una constante a la que no termina de ponérsele solución y es la que genera estos altibajos en su trayectoria liguera. Se conoce al rival y se sabe dónde están sus carencias y sus virtudes, pero no se es capaz en muchas ocasiones de aprovechar este conocimiento. Eso sí, a posteriori el análisis normalmente suele ser perfecto.

Con diez jugadores se puede hacer mucho sobre el césped, de hecho lo hemos visto en el Estadio de Gran Canaria en varias ocasiones, el rival hace daño y genera preocupación. Esta noche Las Palmas con diez se fue diluyendo hasta sonrojar y no por no correr y entregarse, simplemente por no ser capaz de ordenar la casa con criterio...

 

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