Arturo García: el hombre del bien
17/12/2013

El fisioterapeuta de la UD Las Palmas combina su profesión con el estatus de santero, tras su coronación este año en Cuba: "mi doble vocación es ayudar a los demás"

"El mejor de los hombres es aquel que hace más bien a sus semejantes" (Mahoma, profeta del Islam)


Manuel Borrego

Cuando Arturo García Quintana (Las Palmas de Gran Canaria, 23 de agosto de 1976) tenía trece años nació en él una vocación que dos décadas después sigue en proceso, sin conocer sus propias fronteras de aprendizaje. Era entonces un adolescente simpatizante del Real Madrid y Uli Stielike, uno de los jugadores insignes de aquel equipo, se había lesionado. Le llamó la atención la publicación periodística sobre el método de recuperación que llevó el centrocampista germano, seducido Arturo sin saberlo por una fuerza que se abría camino en él a través de una doble vía y con un solo objetivo: hacer el bien a los demás. "Aquello me gustó, me puse a indagar sobre la manera en que se había recuperado Stilieke y más tarde con otros jugadores. Seguí interesándome hasta desarrollar mi carrera profesional en la fisioterapia".

A la derecha, Arturo García en Santa Clara, con la imagen del Che Guevara (Archivo A. García)

Nacía así el fisioterapeuta que desde hace siete temporadas quedó incluido en el vasto grupo de trabajo de la Unión Deportiva Las Palmas, hoy con funciones primordiales en Las Palmas Atlético. Esa emergente vocación que brotaba en la infancia caminaba, sin embargo, de forma paralela con otra gracia que la Naturaleza había reservado para Arturo y que tiene orígenes familiares. "Mi bisabuela materna, a la que no llegué a conocer, era una celebridad en Canarias. Se llamaba Ángela, la conocían como Maye, era muy popular en su casa de Federico Viera en San Schamann. Curó a mucha gente de todas las islas: Mal de ojo, cegueras temporales, problemas físicos y psíquicos de todo tipo, ... incluso en una ocasión hablaron de una niña de Teror con problemas demoníacos. Sacó a mucha gente adelante".

Arturo nos encuentra este martes, su día libre, después de atender al búlgaro Spas Delev de la lesión que le impidió viajar con sus compañeros hasta Almería. El hombre del bien nunca tiene un 'no' como respuesta cuando se trata de la salud de los demás, en cualquier de sus dimensiones. Su profesión la desarrolla en el equipo de trabajo del club representativo de Gran Canaria, la otra vocación ha caminado bajo un pronóstico que la propia abuela Maye transmitió a su hija antes de fallecer: "Mi don lo va a heredar uno de mis bisnietos", le dijo.

Aquella frase no la escuchó Arturo, pero tuvo constancia de ella y siguió su estela casi como un hecho casual. "En una etapa de mi vida tuve un problema personal que comenté con un amigo. Desconocía que él era santero. Me invitó a su casa y lo que me perturbaba durante un año se me quitó en un día. Después de aquella actuación yo fui otra persona". Su intriga siguió caminando hasta que "me dijeron en mi primer viaje a Cuba que "llegaste aquí para salvarte, pero serás tú el que ayudarás a los demás". Porque había algo en él que estaba a punto de brotar.

Su coronación como santero en junio de 2013

Desde el pasado mes de junio, además de fisioterapeuta Arturo también es santero, al haber superado en Cuba el ritual de su coronación. El proceso le ha llevado un año en continuo descubrimiento de sus propios dones. "Mi vocación general es ayudar a los demás, en lo físico y en lo espiritual. El fisioterapeuta de un equipo es el primero que llega y el último que se va. Su trabajo continúa. En mi vida personal es igual porque en ambas facetas he encontrado el mismo sentido de ayudar al prójimo".

Arturo ha realizado cuatro viajes a Cuba hasta alcanzar su actual status en la Santería. "El origen del Yoruba, que es una religión, está en la colonización de Cuba. Los esclavos africanos, de la zona de Nigeria, exportaron sus creencias, que estaban penalizadas por los colonizadores. Para poderlas practicar se produjo un mestizaje de las propias culturas". Nos habla de Changó o de Yemayá, de las equivalencias (Santa Bárbara y Virgen del Carmen respectivamente) con la Cristiandad y sus diferencias. "Mis dos mundos son complementarios; pueden serlo. Todavía no puedo actuar como santero, porque sigo preparándome y un proceso temporal que cumplir. Esta formación durará toda la vida", afirma. "Tengo dos padrinos: uno en Gran Canaria y otro en Cuba. Son mis guías. Mi único propósito es hacer el bien. Hay gente que ha visto en la Santería un negocio y la ejerce sin pudor. Al escucharles he comprobado que son unos estafadores. Ese no es el camino. Me dijeron que yo sabré en todo momento a quién ayudar y cuándo he de hacerlo".

Confiesa que "me veo diferente al resto de mis compañeros por mi forma de ser y por mi manera de comprender a los demás". Arturo es un personaje querido en el grupo deportivo de filiales, con un carisma especial apreciable nada más ponerse la ropa de faena. Sus creencias forman parte de esa energía positiva que gira en el equipo que más satisfacciones ha proporcionado a la entidad en el último lustro. "La suerte que tengo es que me gusta el fútbol", señala. "En mi trabajo he visto madurar a los futbolistas que alguna vez estuvieron lesionados, que fueron diferentes después de superar ese tramo. Ahora mismo me acuerdo de Asdrúbal, por ejemplo. La mayor recompensa es verles de nuevo marcar un gol; o que se acuerden en dedicártelo. Eso llena espacios vacíos en esta profesión".

El destino estaba marcado para el fisioterapeuta García, que tuvo su propio pasado deportivo con goles y canastas. Y un final asociado a su futuro. "Era defensa central en el San Antonio y también en San Lázaro. Me identifico más con Carlos Gutiérrez que con Ayoze, que es más defensivo. Tenía buena pegada al balón, como Jesús", relaciona Arturo al mirarse en el espejo del filial. Pero el fin de su trayectoria se produjo en el baloncesto, luego de pasar por la cantera del Gran Canaria (en la época de Falo Calvo) hasta su última jugada con el Guía. "Sufrí una fractura de peroné y luxación de tobillo derecho. Me recomendaron una operación pero por aquel entonces hubo un suceso con otro deportista que me marcó. Rechacé ir al quirófano. Tardé un año en recuperarme porque consolidó la fractura en solitario y uno de los ligamentos quedó tocado. Ahí se acabó para mí el deporte". Pero emergió el hombre que siempre tiende su mano.

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