Castaño, la penicilina de un filial líder
26/12/2013

El centrocampista ha actuado 19 minutos en la primera vuelta, pero su ilusión por llegar al once titular simboliza la salud interna que destila Las Palmas Atlético

Manuel Borrego

La salud de un equipo líder no solo la fomentan los buenos resultados o el rendimiento de los que cada domingo se enfundan la ropa de faena. Esa penicilina se encuentra también en el banquillo o en la grada donde los que salen al escenario son tan competitivos -así se sienten- como los que actúan. Si no existieran puertas que derribar para Borja Vera, Kirian Falcón, Adrián Hernández, Oscar Pérez, jordi Vidal, Ale Rivero o Enrique Castaño, por citar unos nombres, sus compañeros titulares no tendrían una referencia sobre lo que ellos mismos realizan o sobre el riesgo que corren de perder el privilegio de entrar en las actas. La presión de los que no juegan mantiene en alerta a los que sí lo hacen, por eso todos son igual de importantes en un colectivo.

La salud de un equipo líder se refleja en el rostro de los juegan y en las ganas de los esperan. Uno de ellos en Las Palmas Atlético es Enrique Castaño, (Las Palmas de Gran Canaria, 23 de enero de 1993), el mediocentro zurdo que se formó en el Huracán para tener paso por categorías inferiores del Real Madrid y Alcorcón, equipo este en el que llegó a jugar la pasada temporada en la Segunda División española. Su paso por Las Palmas Atlético esta temporada se limita a dos actuaciones, con 19 minutos en total. Castaño está por llegar, ilusionado en que su futuro está cruzando el puente del Anexo al Gran Canaria. "Que no juegue ahora no significa que no alcanzaré mi objetivo. En mi cabeza sigue estando la misma idea, aunque los plazos pueden ser ahora más lentos".

El Castaño que la afición de la UD Las Palmas no ha visto satisface al cuerpo técnico de Las Palmas Atlético, que todavía no ha encontrado esa oportunidad para rearmar la idea que ha convertido al filial amarillo en campeón de invierno del grupo II de la Segunda B. "Lo entiendo. Cuando un equipo va bien es normal que no se realicen cambios. Eso lo comprendo pero como jugador me pongo como objetivo lograr esa opotunidad que estoy buscando y que hasta ahora no he encontrado. Sé que está muy complicado, pero mi propósito en los próximos meses es llegar al equipo. Antes tendré que ir paso a paso, primero convencer a mi entrenador para que esa oportunidad que espero se produzca".

Admite que "mis primeros meses en la isla fueron extraños. Estaba habituado a venir de vacaciones como en las seis últimas temporadas. Me costó adaptarme de nuevo y desde hace un tiempo me encuentro muy bien, convencido de que estoy capacitado para ser útil al filial. Me he encontrado en una plantilla donde hay mucha calidad entre los jugadores y además la preside el buen ambiente. Lo tenemos todo para mantener esta línea en la segunda vuelta, aunque esperamos que el nivel de dificultad pueda crecer".

El Castaño que no se ha visto en el Anexo es "un mediocentro que suelo actuar con un jugador defensivo por detrás. Me desenvuelvo también como pivote, aunque lo natural es en una posición más ofensiva". Cree que las condiciones naturales del filial pueden fomentar su fútbol en una parcela donde Víctor Afonso ha de administrar la aportación de clásicos en el equipo como Roque Mesa, Tyronne o Ale Rivero; a Jesús Valentín como jugador asimilado en una posición avanzada a la suya natural o a jugadores emergentes como Leo, que ya tienen presencia incluso en los planes de Sergio Lobera.

Analiza las cosas extrañas que pueden ocurrir a un filial. El ejemplo es el propio Castilla que él conoció de cerca. "Tenía al mismo entrenador (Toril) que le ascendió hace dos temporadas y que hizo una buena campaña al año siguiente. Yo no creía que fuera un problema del técnico, pero ha tenido una reacción positiva con el cambio. Son las cosas que ocurren en el fútbol, pero he de confesar que lo extraño del Castilla era verle tan atrás con tan buenos jugadores".

Castaño tiene contrato con la UD Las Palmas hasta 2015 y ahora sólo vive de amarillo. Es el color con el que le gustaría triunfar en el fútbol profesional. De momento, le toca esperar y convencer, dos verbos que ha de conjugar cuando el balón vuelva a ponerse en marcha contra el Huesca. Nuevo año, mismos retos.

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