Por Manuel Borrego
Es difícil explicar incluso para quienes presenciaron el encuentro de este sábado entre Las Palmas y Alavés cómo el equipo de Sergio Lobera sale de vacío de ese compromiso. El esfuerzo por realizar una exposición podría ser amplio, pero el debate se cierra de inmediato cuando, tras 90 y tantos minutos de batalla, ninguna de las ocasiones que se fabricaron para vulnerar la portería de Goitia llegó a concretarse. No es la primera vez que un suceso así se produce ni tampoco es la excusa de un triunfo para el que el Glorioso club vitoriano acumuló sus propios méritos, que los tuvo también.
Hay que repartir dos juicios al valorar lo acontecido en el césped del Gran Canaria. La máxima nota posible se la llevan los jugadores de Lobera, por predisposición y entrega para cambiar el rumbo de los acontecimientos. También el suspenso sin paliativos, por la ausencia de acierto en grado extremo a pesar de que su fútbol dominante y combinativo llegó a poner contra las cuerdas a su oponente durante muchos minutos. Pero para ganar, que es al fin y al cabo lo que pone en marcha cualquier actividad deportiva, no podrán los jugadores grancanarios de desprenderse de la entrega como la mostrada esta tarde y habrá de añadir la puntería, que -insistimos- fue pésima ante el Alavés.
No es día de reproches: ver a Valerón corriendo a presionar en primera instancia para crear la primera duda al adversario es una muestra del grado de entrega que existe en el vestuario. Verlo durante noventa y tantos minutos. El objetivo de todos es que este candidato se exprese en su plenitud durante toda la competición. La manera de caer ante el Alavés siendo un equipo sacrificado y solidario de principio a fin invita a la tranquilidad, porque el resultado en esta ocasión no descabalga al equipo de su ruta.
La pérdida duele, quizá menos de lo que se podría pensar porque no existe esta vez nada que cuestionar sobre la intensa batalla que se registró en el campo de juego. Pero el partido perdido ante el Alavés es otra nueva ocasión que se desperdicia, otro billete que se extravía en una Liga que, de seguir por estos parámetros, acabará premiando a quien rectifique unos pocos grados su trayectoria. Las Palmas, pese al resultado, dejó entrever que cada vez está más cerca del camino que le podría llevar a la Primera División.
No todo puede caer en el desánimo. Perseveremos.