Y Valerón aplaudió a Chrisantus
25/01/2014

Por Higinio Medina

Vértigo y otras consideraciones

Se la prometían felices los seguidores de la Unión Deportiva Las Palmas ante la visita del Deportivo Alavés, penúltimo clasificado de la segunda, pero su gozo en un pozo. Como viene siendo habitual esta temporada, el asalto a los puestos de cabeza provoca en los amarillos un síndrome vertiginoso que le limita en sus aspiraciones.

No podemos hablar de falta de actitud, pues los jugadores se vaciaron en el campo, ni siquiera de aptitud, pues los recursos fueron muchos y variados. De hecho el banquillo reaccionó con cambios desde el inicio de la segunda parte, pero el resultado no fue el esperado y eso a pesar del asedio al que fueron sometidos los vascos.

Si tuviéramos que analizar los motivos de la derrota (0-2), tendríamos que retrotraernos en el tiempo para descifrar una constante que a la vez que es significativa también lo es peligrosa. Nos referimos a la dificultad, por momentos extrema, de puntuar en casa. La explicación es bien sencilla: en casa hay que arriesgar y el contrario lo tiene teóricamente fácil, pues a Las Palmas le cuesta, por su juego, deshacerse de las variantes defensivas que le plantean los rivales; por contra cuando juega fuera es el anfitrión el que tiene que hacerlo y por tanto se mete de lleno en el terreno que mejor le va a los canarios.

Al margen de la consideración anterior, nos encontramos con la exasperante falta de "fortuna" cara al gol. Hoy se gozaron de oportunidades magníficas para llevarse los tres puntos, pero la falta de acierto hizo que desde la grada se señalara a Chrisantus. Fue la comidilla de la jornada, no en vano tres opciones manifiestas de gol se quedaron en nada, a pesar de que una de ellas, bajo nuestra impresión fue precedida de un penalti al desequilibrarle un defensa cuando remataba a puerta. Llegado a este punto, hay que reconocer, una vez más, la sabiduría de Juan Carlos Valerón, que al ver cómo se increpaba al nigeriano tras el clamoroso fallo, levantó sus manos y comenzó a aplaudir, gesto que calmó las "iras" del respetable.

Entendemos como injusto que las culpas recaigan sobre alguien en particular, sobre todo cuando hablamos de un juego de equipo, pero el seguidor ve con desazón cómo las alegrías en el recinto deportivo de Siete Palmas brillan por su ausencia y aún así mantiene viva la esperanza de la ilusión por ver de nuevo al equipo en primera, ilusión que le lleva a aguantar con estoicismo las inclemencias del tiempo y el sinsabor de la derrota.

Las espadas siguen estando en todo lo alto, sobre todo cuando nos encontramos en la temporada más extraña e irregular que se pueda recordar. Si encadenas varias victorias seguidas estás arriba, pero si son derrotas estás abajo. No sabemos cuánto durará esta exigua diferencia entra la parte alta y baja de la clasificación, pero una cosa es cierta, si se produce un cambio de tendencia y te coge con el pie cambiado, las consecuencias pueden ser impredecibles.

 

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