La frustración del ariete amarillo
09/02/2014

El gol es una asignatura en rojo que convierte a la UD en candidato a nada, mientras crece la ansiedad del último hombre de su sistema

Manuel Borrego

Quizá la pieza angular de toda la problemática que sufre como conjunto la UD Las Palmas es la del ariete del equipo. ¿Cuál es su función en relación al juego actual?; ¿la constante indefinición de ese hombre y de sus características acaso refleja la inconsistencia del modo de juego elegido?. El fútbol de toque, desde Barbosa hasta el último peón, es una idea irrenunciable, con un modelo que ya no se combina con la velocidad en las transiciones que gozaba la pasada temporada donde Thievy y Vitolo, en especial, encontraban por sí solos muchos atajos hasta las redes adversarias. Chrisantus, Mayor, Aranda y Héctor son los que actualmente están realizando esta misión en la que no abundan los balones claros para ese último avanzado, no se crean las ocasiones limpias para remates. Y si ariete se desespera, se atenaza el proyecto.

El equipo padece la sequía, aún cuando es capaz de dominar -muchas veces de manera testimonial- y llevar balones al área como ocurrió frente a Deportivo Alavés o Numancia. Pero sus remates no son diáfanos y sus delanteros atraviesan prolongadas etapas de negación. El primer dato que se rescata de este atasco general en ataque es que la Unión Deportiva acumula tres partidos completos sin marcar desde el 1-2 al Deportivo, mientras el último tanto en casa se produjo hace 230 minutos ... y fue obra de un defensa (Aythami Artiles, al Mallorca).

La búsqueda del gol ha sido una reclamación incluso del cuerpo técnico, que se ha fijado más en las piezas a su disposición que en la propia capacidad para generar jugadas de riesgo adversario. Ahí es donde se subraya una de las contradicciones de la actual temporada porque el club se desprende, a instancias de los responsables técnicos, de dos futbolistas de vanguardia con teórica experiencia en ligas profesionales. El mercado de invierno sirvió para abrir la puerta de salida a Delev (tentado por el FC Bakú) y Tato (en Girona). Se produce la merma de efectivos, en consecuencia, en una parcela donde ya el equipo genera un déficit importante. Y nos quedamos sin saber si Delev y Tato eran válidos para la idea global que le da pinceladas a la actual campaña de los amarillos.

Lo ocurrido en las últimas fechas manifiesta, a nuestro juicio, esa desorientación general que existe con la pieza más avanzada de la pizarra. Chrisantus, el hombre con más gol de la plantilla a nivel estadístico, sufre en sus carnes dos relevos al descanso de los encuentros de casa. Y es suplente del debutante Héctor Figueroa en el desplazamiento a Éibar. Los dos cambios del nigeriano se podrían traducir también como dos errores de cálculo del propio técnico, que no logra recuperar en él el productivo servicio que ya ha brindado con anterioridad, aderezado con paciencia. La ansiedad que expresa Chrisantus ante el gol es galopante; quizá menos a domicilio donde ha demostrado que es el más eficiente de los atacantes amarillos. No marca el nigeriano en el Gran Canaria desde la visita del Mirandés, gol que es el único firmado como local.

Héctor, en cambio, se estrena como profesional en Vitoria y más tarde en la segunda parte contra el Numancia en un clima hogareño. En ambas oportunidades, por las razones que fueren, no se ha acercado al jugador que ha brillado en el filial. La combatividad es la misma, sus apariciones en el área nulas porque no le ha llegado un balón en condiciones que pudiera rematar. De momento, se aleja del gol.

Su presencia entre los profesionales, aderezada con la ausencia en la convocatoria de Mayor, rescata otro error de cálculo que desvirtúa la correcta elección de los refuerzos de la pretemporada. El atacante alicantino es, además, un hombre con escasa presencia en un proyecto donde en siete meses sólo ha celebrado un solitario tanto. Quizá la renuncia al fútbol directo como recurso B del conjunto amarillo, algo ya detectado desde la pasada campaña, sea una de las explicaciones del por qué Mayor no estaba ni se le esperaba este pasado fin de semana. El dato sobre su concurso en las quince últimas jornadas es brutal: 22 minutos en dos apariciones parciales (ante Ponferradina y Alavés).

Aranda es el cuarto agente en debate. A tenor de lo ocurrido desde su llegada, el malagueño es la preferencia del entrenador para la pieza inicial de ataque. Porque cada vez que estuvo en condiciones de jugar, Lobera le eligió para la avanzadilla. Pero Aranda no ha logrado mantenerse en el estado de forma óptimo a causa de las lesiones y, ahora, por falta de ritmo. Su reciente reaparición no ha resuelto esas dudas que todo el conjunto expresa en la desembocadura de su fútbol.

En el ariete se vuelca el sufrimiento de un conjunto que, ya en el segundo tramo de la liga, está en el peor escenario que se habría imaginado. Es un equipo previsible y su juego no goza de alegría y fluidez, contando entre sus titulares con jugadores tan imaginativos como Valerón, Nauzet y Masoud. Esa cruel contradicción es quizá la más dolorosa. Con el gol como asignatura en rojo, no puede sentirse candidato a nada.

Comparte el artículo si te ha gustado
También te puede interesar