Por Manuel Borrego
El próximo 28 de noviembre de 2014 se cumplirán diez años de un hecho insólito en la historia del fútbol mundial. Y, ¡cómo no!, estaba inmersa en esa fecha la UD Las Palmas. Fue el día en que el Magistrado Juan José Cobo Plana aplicó un laudo judicial que regulaba la continuidad de un entrenador al frente de un equipo de fútbol profesional. El juez 'sacaba la mano' desde debajo de la tierra, dejaba a los humanos responsables de la administración concursal su razonada explicación del por qué y volvía a hundirse dejando que los acontecimientos siguieran su curso. Cobo se vio obligado a argumentar el cese de un entrenador por razones objetivas, tal era el clamor que entonces había en torno a la labor de David Amaral y una nave amarilla que hacía zig-zags en las aguas de la Segunda B. Ofreció una serie de condiciones para que el técnico manejara el timón y otras por las que debía abandonarlo y ser relevado. Todas esas normas estaban relacionadas con la clasificación del equipo, la cercanía o lejanía de las posiciones de liguilla de ascenso, pero no tenían en cuenta las sensaciones futbolísticas, las ocasiones malogradas, las bajas en plantilla e, incluso, hasta el factor siempre vinculante de los otros jueces: los árbitros.
Y ocurrió que aquel fatídico día de hace diez años se cumplieron todos los requisitos clasificatorios reglamentados por Cobo Plana tras el 2-0 con el Celta B, en Vigo. David Amaral se convertía en esa fecha en una víctima especial en el balompié planetario. Sólo tenía que leer la letra pequeña de la documentación emitida en el Juzgado de Lo Mercantil y desprenderse de noticias, rumores y comentarios que siempre conviven en la periferia de cualquier entrenador. Las razones objetivas diseñadas por el instructor del concurso de la UD Las Palmas se cumplieron y Amaral fue cesado desde el despacho de un juez.
Aquel caso tan singular no volvió a repetirse. Una década después el fútbol sigue viviendo en esos mismos parámetros de ansiedad y la UD asume sus nuevas crisis. Sergio Lobera, que entonces era un incipiente entrenador, es el que reside hoy en el puesto de Amaral. No tiene que esperar a un laudo; a él le enjuicia un consejo de administración que tiene en su mesa de trabajo una colección de datos objetivos que respaldarían cualquier decisión sobre su continuidad. Algunos son:
* El equipo está a punto de cubrir el segundo tercio de la competición y vive ajeno a los puestos de promoción de ascenso, la primera de las metas
* Suma un durísimo parcial de 9 puntos logrados de 33 posibles en 11 partidos, mientras el balance de los ocho últimos sólo lo empeora el colista Mirandés
* Lleva tantas derrotas (9) como victorias, además de presentar un balance deficitario en el golaverage general (tres tantos en contra más)
* Es el equipo con menos realización del torneo de Segunda. Sus 25 tantos a favor sólo los iguala el Mirandés
* En casa ha logrado 16 puntos de 42 posibles, situándose en el tercer puesto peor de esa clasificación parcial (antes que Hércules y Alcorcón)
* Su estructura como bloque, pasadas 26 jornadas, sigue sin estar totalmente definida
* Y, lo elemental: la afición ya ha expresado al consejo el disgusto sobre su labor en varias ocasiones, solicitando en el estadio un cambio. Este hecho está respaldado por la propia opinión de la comisión deportiva del club que, según confirmó el presidente, también aboga por un revulsivo en el banquillo
También existen otros datos objetivos a favor que el consejo maneja sobre el cuerpo técnico que llevó a la UD Las Palmas la pasada temporada a la promoción de ascenso, pero que ahora están quedando eclipsados. Lobera salió tocado del derbi; situación que pudo remontar con la victoria en Riazor, pero la realidad de los números se impone en sentido inverso. Lo que no podrá cuestionarse es la solidaridad hasta el día de la fecha que con él ha tenido el consejo de administración de la UD Las Palmas, manejando el timón contra el potente viento que sopla en dirección contraria. El aragonés puede sentirse un técnico privilegiado porque lo que está viviendo en UD Las Palmas no es común ya en el fútbol actual.
Lo que no contempló hace diez años el Juez Cobo Plana es una reacción, un cambio futbolístico que en el deporte siempre es posible y que se produjo (parcialmente) con la llegada de Sánchez Aguiar. La frialdad de sus números se aplicaron con Amaral hasta las últimas consecuencias. Al contrario, hoy los rectores de la UD Las Palmas esperan una vez más que el representativo sea capaz de imponer en el campo de batalla sus buenas sensaciones, que también las tiene, a la crudeza de los datos objetivos. Y lo que ha de venir, vendrá; no antes ni después.