"Tenemos un reto: trasladar este espíritu al Gran Canaria Arena", recalcó Joaquín Costa tras concluir el ciclo de la ACB en el Centro Insular de Deportes. La vieja instalación se despidió con el mismo signo de su inauguración en 1988: derrota
B.P.
No hubo lágrimas, ni gestos que delataran un adiós triste; al contrario. El saber que las prestaciones del Gran Canaria Arena mejoran lo vivido con anterioridad no abre heridas en la memoria del representativo grancanario de la ACB ni en sus abonados o simpatizantes. La añoranza que deja 26 años de estancia del Gran Canaria en el Centro Insular de Deportes quedará recogida en las hemerotecas, pero las sensaciones de este domingo tan señalado son otras. La despedida deportiva de la instalación de la Avenida tuvo el mismo desenlace que su apertura frente al Maristas: derrota ante Valencia. Entre ambas, grandes jornadas de baloncesto y la mejor etapa del deporte del baloncesto isleño en aquellas canastas que, curiosamente, también sobreviven intactas al 'Día D' porque no hubo acto del corte de sus redes, tan tradicional en este tipo de acontecimientos con finiquitos.
El Centro Insular vivió una despedida (de la ACB) distinta a la del Estadio Insular cuando en 2003 dejó de ser el recinto del fútbol grancanario. En aquel momento, el césped, las redes e incluso las butacas acabaron en manos de aficionados dispuestos a llevarse a casa un recuerdo. En el Centro Insular, no. Aunque el final del encuentro volvió a reeditar las imágenes de complicidad entre una hinchada fiel y un equipo solvente que se empeñará en mantener en la instalación de Siete Palmas la línea de éxitos emprendida en las dos últimas décadas. Los jugadores se abrazaron a sus aficionados y estos agradecieron el esfuerzo de jornadas tan especiales vividas allí.
Joaquín Costa, el ahora presidente y en 1988 entrenador de aquella apertura, emitió breves palabras en la despedida del CID Campeador de la Liga ACB. "Tenemos un reto", le dijo a sus aficionados micrófono en mano: "Trasladar este espíritu al Gran Canaria Arena". No sólo es una mudanza física sino también espiritual. Allí todos tienen cita el 1 de mayo, contra el FC Barcelona. Comienza una nueva era. La quinta del equipo que viajó desde Rabadán a San Román, luego a Tamarceite y más tarde al bendito Centro Insular, que se jubila para la élite pero no en el corazón de los grancanarios.
Alberto Oliver, al convertir unos libres, inscribe su nombre como último anotador de la instalación que queda atrás. Dato que no dejará de ser anecdótico.
Reportaje gráfico C. Torres