Pues sí; hay pabellón nuevo, hay marcador magnífico y también hay cantera. El Gran Canaria presentó este pasado fin de semana una marea de chiquillos de amarillo, de distintas edades y tamaños, formándose para cumplir algún día el sueño de jugar en esa cancha y en ese equipo de la ACB. ¿Qué sería de la cantera de un club si no tuviera un lugar de destino?. Quienes asistieron el domingo pasado al Gran Canaria Arena pudieron disfrutar en el descanso del encuentro contra el Fuenlabrada de la realidad que se esconde detrás de un equipo profesional. La semilla está ahí, que llegue arriba o no es fruto de una serie de factores que comienzan por las bondades deportivas de los propios jugadores hasta el crédito que le faciliten los técnicos el club. Hace treinta años el baloncesto se disfrutaba en Gran Canaria a través de la televisión; hoy es un espectáculo NBA que se toca con los dedos. Y el mañana viene en camino.