El trigoleador de las dos últimas jornadas ha sido el centrocampista que más ha ayudado al solitario Aranda en funciones de remate. Confesó estar enojado por su no titularidad frente al Tenerife, pero luego aportó el equilibrio al equipo antes de decidir el derbi y meter en ruta a la UD
Manuel Borrego
Hace tiempo que Vicente Gómez dejó atrás la timidez con la que se expresaba en sus orígenes como jugador profesional de la UD Las Palmas, cuatro temporadas atrás. Durante el fin de semana no dejó de airear su enojo personal porque no alcanzaba a comprender cómo después de su fértil actuación en La Romareda, con dos goles decisivos al Zaragoza, pasado ese efecto no había mantenido la titularidad frente al CD Tenerife. Esa energía la convirtió más tarde, cuando en el segundo tiempo salió al campo por Apoño, en una expresión diferente en el terreno de juego a lo que se estaba viendo, para marcar su gol en el noventa y convertirse en el protagonista que pasa a la historia de los derbis.
"Me cabreé bastante", confesó en público este lunes a la emisora oficial del club. "Estaba muy enfadado", admitió. Hay que comprenderle, porque es de los que se entrenan de lunes a sábado todas las semanas para participar en los encuentros a pleno pulmón.
No se pueden interpretar las acciones de Gómez en las dos últimas jornadas como un hecho casual. Es un contrastado centrocampista de ataque, un hombre diferente y de amplio recorrido, con distintos recursos de área, tanto a ras de suelo y por alto. De hecho, contra el Tenerife fue el que más cerca estuvo del gol antes de su tanto ganador. Aporta un complemento al equipo para las dos facetas del juego, por su ágil sentido de la verticalidad -en las dos direcciones- y la ocupación de espacios libres, al margen del sacrificio defensivo.
Fue un acierto de Sergio Lobera, sin duda, acoplarle en el segundo tiempo a Valerón y al todoterreno Javi Castellano. Logró un equilibrio entre esas piezas, que hizo mejorar de forma sensible las prestaciones ofensivas de los amarillos en un derbi atascado, como era de esperar. Una actuación así amplifica un debate sobre el modelo que requiere un equipo que codicia el ascenso, y que actúa de forma preferente con un ariete que destaca más por su manera de distribuir que de rematar, con un pieza media punta de buen manejo técnico pero de limitaciones en la velocidad, y de un centro del campo donde Javi Castellano tiene la virtud de utilizar herramientas de fontanería con sello urgente. El jugador complementario a todos podría parecerse más a uno con las prestaciones de Vicente, de amplia zancada y llegada, que a las de otro con más cercanas señas a Castellano.
Vicente, con sus goles y sus buenas sensaciones en el terreno de juego, incendia un debate inevitable porque Las Palmas ha de mejorar aún sus cualidades ofensivas en la recta final del campeonato. El aspirante al ascenso ha de vivir de una fuerte contención defensiva y de soluciones realizadoras diversas en el área adversaria. Cinco tantos suyos se firman en doce puntos de los amarillos a lo largo de la temporada; además de ser el reciente trigoleador de un equipo que se lo juega todo en un mes. Cabrearle, como él dice, ¿es recurso o solución?.