Por José Hernández
Se nos ha ido Pepe Cubas. Su fallecimiento, pese a que teníamos conocimiento de su mal estado debido a una maldita enfermedad, le hizo en los últimos meses aislarse del mundanal ruido, y refugiarse en su casa, en Tenerife. No quería ni ver a sus amigos más íntimos, consciente de que su vida se soportaba en un hilo muy fino, y su enfermedad no aceptaba el tratamiento de quimio con que los médicos trataron inútilmente de erradicarla. Pero lo dicho, esta maldita enfermedad no tiene piedad con algunos, y en este caso acabó con un hombre sano, deportista, que tuvo por bandera la defensa de su familia y del balonmano, un deporte que amó con pasión, y que hizo, junto con Paco Luchoro, formar una de las mejores parejas de árbitros que han existido, brillando en la época de los sesenta y setenta del siglo pasado, cuando éste deporte hacía vibrar en las canchas de nuestro Archipiélago.
Cuando había un partido complicado, un encuentro clave, ahí estaba la pareja Cubas y Luchoro. Autoridad y respeto en la cancha para dirigir el mismo. Ahí están aquellos Pepsi - Canteras, o con el Victoria, el Arucas, etc., etc. Los graderíos de Santa Catalina o León y Castillo, Arucas e Ingenio, fueron testigos de aquellas jornadas históricas de nuestro balonmano, que en pocos años dio paso a aquel Canteras en la División de Honor, que permitió el acceso de la pareja de árbitros a la élite. Ellos fueron los educadores de los árbitros de la época, juntos con Antonio Díaz Peñarol. Los tres se reencontraran ahora en ese limbo que aún estamos pendientes de conocer.
Ellos fueron los predecesores de esa magnífica pareja de árbitros que tiene actualmente el Comité Técnico de Las Palmas (Ángel Sabroso y Oscar Raluy), de reconocimiento mundial, y que de tanto orgullo nos tiene que llenar en Canarias. Con independencia del mérito personal de cada uno de ellos dos, Cubas, Luchoro y Peñarol, sentaron las bases de ese colectivo, en un deporte que si bien a nivel local no posee las cuotas de seguimiento de antaño, si bien es cierto que a nivel nacional, el avance ha sido muy significativo.
El deporte grancanario vuelve a teñirse de luto. Desde aquí queremos expresar nuestro pésame a su esposa, Elena, como a sus dos hijas (Sara y Marta), y también a sus compañeros de pena en el balonmano, en especial, a Tomás Peña, para el que Pepe Cubas era algo más que su maestro y su hermano mayor. Duele ver como amigos de la infancia se van marchando, pero es ley de vida, y lo importante es que lo que vas dejando por el camino, y lo que Cubas dejo fue maestría, dignificando aún más el mal tratado y comprendido mundo del arbitraje.