Notas y curiosidades de una noche de reconciliación entre dos islas que necesitan volver a verse en el terrero
B.P.
La tradicional rifa de los terreros no se iba a quedar atrás ni siquiera en una ocasión tan especial como la vivida en el derbi de puntales Gran Canaria-Tenerife. Es el dinero del departamento de 'recursos atípicos' de la lucha canaria, aquellos eurillos que aparecen al final en una montañita, que sirven para cubrir cada presupuesto de los equipos. Ir a celebrar una luchada amistosa a un pabellón de setenta millones de euros, con un videomarcador NBA, con asientos holgados en las gradas, con tantos aspectos modernos o futuristas en la instalación... todo ello no iba a significar que los hombres del vernáculo deporte dejaran atrás los actos rituales de cada noche de viernes.
Para lo de la rifa se encargaría el hombre-orquesta del Unión Gáldar, José Mederos, Paché. Recibió ayudas diversas. El sorteo premiaba a los ganadores con una camisa de brega con la firma de todos los luchadores grancanarios; otra también con los bregadores de Tenerife. Las prendas son cotizadas; los ganadores han de conservarlas como reliquias porque un día podrán presumir que se hicieron con el obsequio de tan especial jornada como la vivida este viernes.
Todo tiene una lectura. Sergio Jorge, ex luchador y ahora futuro colegiado, vino hasta su asiento con un cartucho de roscas (perdonen pero nos resistimos a llamar a las cosas de distinta forma a cómo nos enseñaron en la infancia). "¡Qué curioso!", dijo. "Las roscas me cuestan lo mismo que la entrada". Mensaje para navegantes ...
El desenlace organizativo de la luchada merece una profunda reflexión. Decenas de personas esperaban en fila para acceder a la sala principal a la hora del inicio. Los cálculos pudieron desbordarse con una reacción tardía para abrir taquillas y poner en funcionamiento la maquinaria de una instalación que se prepara para ser sede de un Mundobassket. La organización de la lucha canaria no le sirve como válida a la oficina del Mundial en nuestra isla; antes al contrario. Tendrá que reflexionar la lucha porque el espectador es el que ha de salir satisfecho por lo que recibió y por lo que percibió. La luchada tuvo, además, excesivo deportista clasificado y poco artista o estilista. Debe ser también materia de debate, sopesar si se puede eliminar puntuación para mejorar el espectáculo porque este derbi merece la pena repetirlo. La fusión de los dos mundos luchísticos más importantes de Canarias quedó consolidada y la unión entre los luchadores al final, enfados de la batalla al margen, invita a observar y analizar. Tenerife y Gran Canaria se necesitan; separarles quince años no es síntoma de salud.
Y las instituciones lo respaldaron. En las gradas del Gran Canaria Arena estuvieron, de principio a fin, el presidente del Cabildo José Miguel Bravo de Laguna, el alcalde de la capital grancanaria, Juan José Cardona, el consejero de deportes, Lucas Bravo de Laguna, el concejal de deportes, Carlos Ester, y el director general de Deportes del Gobierno Canario, Ramón Miranda; cómo no, el presidente de la Federación Regional, Germán Rodríguez y los responsables federativos de ambas insulares.
Dos horas para una luchada que ya había comenzado tarde fue excesivo. Y los momentos de entusiasmo fueron pocos aunque brillantes. En noche tan especial, a Fernando Hernández -el delegado federativo de mesa que narraba por megafonía- se le fue el baifo. Tras ver cómo su Agustín González Pollo de Candelaria ganaba Kevin Acosta, no dudó en anuncia "el punto para el luchador del Maninidra". Le traicionaron los sentimientos o, quizá, esté ensayando para una próxima temporada ...
El derribo de Quique Espino, en su exhibición, a Marcos Ledesma. Levantó el público de sus asientos (C. Torres)