Por José Hernández
Aguantó Miguel Ángel Ramírez todo lo que pudo para evitar el despido de Sergio Lobera. Muchas han sido las peticiones a lo largo de la temporada solicitando el cese del entrenador, pero el presidente se mantuvo en firme y le dio una y mil veces su confianza al técnico. Sin embargo, con los resultados en la mano, al final no tuvo más remedio que firmar su despido unos días antes de la conclusión de su contrato. Y es que Ramírez ya lo ha demostrado en otras ocasiones es hombre que le gusta los desafíos, pero en esta ocasión la cuerda se había estirado tanto, hasta el punto que de haber estado muy cerca de alcanzar puesto en ascenso directo, se ha pasado a peligrar a entrar en el play-off, y ante esta situación, había que dar un vuelco profundo, con un cambio en la dirección técnica que sirva de revulsivo a una plantilla que tiene dos partidos para evitar un fracaso.
Sólo hace falta contactar con aficionados de toda la vida para poder comprobar el desencanto que reina entre los seguidores amarillos, a los que se les ilusionó y se volvió a enganchar con el derbi, con aquella victoria in extremis ante el Tenerife ante más de 31.000 personas en directo y muchísimos más a través de la tele. Aquella victoria, que debió ser la lanzadera hacia los puestos de ascenso directo, ha tenido una continuidad ciertamente lamentable que se ha llevado por delante a todo el cuerpo técnico, y vamos a ver si se queda ahí, porque si no se logra el objetivo, puede haber más decisiones drásticas.
El fútbol es así. Se pasa de héroe a villano en cuestión de minutos, o de segundos. Lobera paga con su destitución sus propios errores, que los ha tenido, y los de sus jugadores. En la temporada pasada se salvó cuando ya su cese estaba colgado de un hilo fino. Remontó vuelo y se escapó. Esta temporada ha estado subido al andamio en varias ocasiones, y aunque ha tratado de camuflarse con su fácil verbo en las ruedas de prensa, el mazazo del Recreativo de Huelva, una semana después del descalabro en el "Alfredo D´Stefano", dejando escapar seis puntos después de adelantarse en el marcador. Y eso, en un equipo donde impera la madurez profesional (al menos en años), no es permisible.
Vamos a ver lo que ocurre en estas dos jornadas, y si Josico y Javi Guerrero tienen la vitamina necesaria para reactivar un equipo tocado por las derrotas. Son hombres que conocen la casa, vienen con ideas frescas, en las que se tienen que involucrar toda la plantilla, jóvenes y veteranos, en un último esfuerzo por sacar el proyecto del ascenso adelante. Esa era y es la apuesta de esta campaña. Todo lo contrario será un fracaso, como anunció el propio Lobera hace ya unos meses.