Un equipo con la mente despejada
15/06/2014

Josico no ha podido hacer grandes cambios a nivel táctico en apenas tres semanas; ha logrado en cambio liberar cabeza y piernas de los jugadores que

Manuel Borrego

Las Palmas ha llegado a estas eliminatorias de ascenso con la mente despejada. Lo ha logrado a contrarreloj. De no haberlo hecho sería impensable que este domingo acabe convertido en el primer finalista por el ascenso de la serie promocional y que sea el único conjunto de la Segunda División A que ha dejado 'a cero' en dos ocasiones al equipo de la mejor dupla atacante de la categoría. Josico no ha realizado grandes cosas a nivel táctico; era imposible en apenas tres semanas. Ha logrado, eso sí, liberar a los futbolistas de las pesadas cadenas que le impedían rendir adecuadamente para poder mantenerse en la vía de la Primera División.

En apenas un mes Las Palmas es un equipo solidario en grado extremo. Se enfunda la ropa de trinchera y pelea por su destino, por el de sus aficionados que tienen alma de Primera. Por eso la exigencia es también extrema. Tiene la plantilla otra alegría en el campo y hasta parece que las piernas de los jugadores pueden con todo, incluso con 180 minutos de un cuerpo a cuerpo a guantazos. Si los hombres de Abelardo acabaron con los gemelos en las orejas, como auguró su entrenador, los grancanarios no se quedaron atrás para responder con todo a un fútbol basado en el empuje, en la pillería y en el músculo de otro candidato que tiene a sus espaldas 20.600 socios y una historia igual de extraordinaria que la Unión Deportiva.

Las Palmas tampoco está en la gran final por un hecho casual; en un torneo donde grandes equipos también se han quedado en el camino y en el que se ha premiado la regularidad mayor de Éibar y Deportivo. Estos dos recientes encuentros contra el Sporting son los que representan la referencia válida. Los amarillos no están sueltos en lo que a su balompié se refiere; su fútbol no es brillante, pero sí eficiente. Su comportamiento es ordenado; empieza por el entendimiento del mariscal Deivid y el fiel Aythami. Lo sigue por la combatividad de dos estilistas disfrazados de obreros, como son Momo Figueroa y Nauzet Alemán. Lo complementa con la dureza competitiva de la dupla que se entiende en la sala de máquinas: Apoño y Javi Castellano. Y el resto aparece porque la calidad y el saber estar siempre reside entre los integrantes del grupo.

Y todo ello es posible, insistimos, porque el grupo tiene ahora una mente limpia: unidos, sin dudas, sin fisuras, apoyando al compañero aunque sea con la mirada. Una UD así quizá no ofrece brillo, pero sí se presenta competitiva hasta su propósito de poder acabar como candidato imparable. Ya no hay excusas para que sean 30.000 + 11 en la última escena de la temporada. El premio tan gordo se lo reparten todos. Los jugadores han liberado su mente; le toca el turno a la afición y en una episodio final que tendrá un desenlace exprés. Quizá en una semana ya hablemos de una UD preparando su trigésimo segunda temporada en la élite.

 

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