El destacado del Adargoma cuelga la ropa de brega tras 24 años deportivos en los terreros. Deja huellas de su enseñanza: "Sacrificio, entrenamiento duro y respeto a los rivales"
Manuel Borrego
24 años después, Armando Soto (2 de enero de 1975) cuelga su ropa de brega. Aunque, en realidad, no es así, porque uno de los nuevos valores de la academia Adargoma se le acercó el pasado viernes tras la final de lucha corrida para pedir las últimas prendas deportivas del ‘gentleman', el que ha defendido en su epílogo la indumentaria legendaria zamarra franjirroja. "¿De verdad fue tu última luchada, Soto?". Le preguntó. "Me gustaría guardar la camisa como recuerdo".
Había visto cómo instantes después de que el Adargoma recibiera el trofeo de campeón del torneo, los últimos compañeros de Soto le había manteado en la sencilla despedida. "Me voy con un sabor agridulce, porque en los dos últimos años hemos perdido de forma inmerecida dos títulos" comenta a Tinta Amarilla: "El de la Liga insular de la pasada temporada y el de La Caja en esta edición, donde se ha producido una influencia arbitral que no debió haber. Sin embargo, el haber acabado ganando la última final compensa en parte todo el trabajo que se ha realizado en estos años y el sacrificio de todo el equipo".
Se fue con una alegría ... aunque nadie lo recordará en el futuro que el último hombre que le ganó en un terrero fue un puntal A, Juan Espino. En realidad, Armando levantó la mano aquella noche en Ingenio porque ya no podía más. Había sido fiel a su estilo luchando, codo a codo con sus compañeros, a pesar de una lesión en un hombro no recuperada (esguince) y de una fractura ósea en el dedo gordo del pie izquierdo "de la que tendré que operarme".
Desde los 15 años en el Guanarteme
Soto comenzó su andadura en la lucha canaria a los 15 años, en el CL Guanarteme. "De este club guardo muchos recuerdos del inicio; pero me marcaron especialmente mis tres temporadas en el Almogarén, donde coincidí con Santi Ojeda hijo y Luis Guedes, además de ver salir a un incipiente Juan Espino, del que ya se veía que iría lejos", explica. "También me deja una señal especial estos últimos años en Adargoma, donde hemos trabajado muy duro en un club serio, en el que siento la recompensa de terminar con un título, sin salir en blanco esta temporada", donde el equipo de la capital participó en las tres finales insulares.
"Quiero agradecer públicamente el aprendizaje y el trato personal que recibí como deportista de parte de Luis Ramos y Sixto Santana, en una primera etapa, y más recientemente de los Monzón; el Maestro Emilio, Emilín y Javi. Creo que han sacado de mí lo mejor que llevaba dentro. Y yo, con ellos, he aprendido muchísimo cada día".
La estampa de Soto en la arena y su singular manera de bregar, metiendo experiencia para compensar el paso del tiempo, estuvo siempre acompañada por su ejemplar manera de entender el deporte. Un caballero, sin duda; un hombre que lleva el sello auténtico de la mirada limpia y el respeto al rival. "El otro día", recuerda, "estuve echándole un vistazo al vídeo de la final polémica de Ingenio. Y mientras aquello fue una locura colectiva, me vi sentado en el banquillo y pensativo, asimilando el mal trago de haber perdido la final de aquella forma. Esas cosas nos pueden pasar a nosotros y también a los rivales.
Si alguien me conoce me verá siempre así. He intentado enseñar a mis compañeros que la manera de interpretar este deporte es a través del respeto hacia el adversario. Y la forma de competir es con mucho sacrificio y aprendizaje a través del entrenamiento. Esa es la huella que me gustaría dejar en la lucha canaria y que los jóvenes la siguieran. Lo hice hasta el último momento". Porque además "no le he fallado al equipo. Mis compañeros saben que he luchado en condiciones difíciles a nivel físico, pero ese es el espíritu que debe presidir a un grupo de deportistas. La nobleza en el juego no la podemos perder. Me voy pudiendo mirar hacia atrás tranquilo porque en ningún equipo dejé un mal recuerdo, no he tenido problemas con nadie. En todas partes donde estuve, al marcharme me han recordado que aquella era mi casa".
Su mejor momento
A lo largo de este cuarto de siglo deportivo, Soto tiene un almacén lleno de recuerdos. Pero señala como un día especial en su vida "la final que ganamos hace unos años con el Adargoma, frente al Santa Rita. Aquel día íbamos 9-11 abajo y a mí me había dado un ataque de asma. Sin embargo, logré añadir los puntos necesarios para el equipo. Y le dije a Monzón que podía salir en el desempate con Mamé Jiménez, para resolver el 12-12. Me habían puesto oxígeno, el terrero era una locura pero ya metidos ... Gané el desempate y fue una explosión de alegría. Creo que es uno de mis momentos más especiales en el deporte".
Sus dos títulos más recientes son también con Adargoma. Esta temporada, sin embargo, parecía que su destino no iba a estar en La Presa. Sin embargo el fichaje de Fafi Martín permitió al club poder retener a Soto para que fuera uno de los lugartenientes del puntal A palmero. "Hemos vivido una temporada en Gran Canaria preciosa, con una Primera que ha sido espectacular en todos estos meses. Sin embargo no estoy de acuerdo en varios puntos. El primero, es que una competición regular es suficiente para conocer al campeón. En mi opinión sobraban las finales de la Liga y de la Copa cuando antes ya se había celebrado una Liga todos contra todos".
Una Primera preciosa y el arbitraje
Y, además, "creo que se ha hecho un notable esfuerzo por parte de clubes y federación para que la gente acuda a los terreros. Sin embargo, alguien debe tomar medidas y pongo como ejemplo la última final que perdimos. Después de una luchada espectacular, donde se produjeron puntos extraordinarios de todos los participantes, fue increíble que la decidiera un árbitro de aquella manera. No es posible que de una gran final se hable más del arbitraje que de las luchadas que allí vimos. Si el eliminado hubiese sido Juan Espino (puntal A del Almogarén) diría lo mismo. Hubo gente que acudió al encuentro y disfrutó muchísimo, pero luego salió decepcionada por el desenlace. El árbitro debió dejar que los puntales acabaran la luchada y no estropear de aquella manera una noche que había sido magnífica. La Primera, insisto, es preciosa, pero los árbitros en general no están a la altura de los luchadores. Y ese asunto debe defenderse en la Federación para arreglarlo, porque son los que están echando a la gente de los terreros".
Se va Soto; la echaremos de menos. Y deja una última pisada. No levantó la voz para decirlo de forma directa y clara.