B.P.

Una hora antes del encuentro, las gradas del Anexo estaban como nunca antes, incluso la suplementaria de uno de los fondos. Venía el Castilla, también Zidane. La presencia del legendario jugador francés, que en acta queda registrado como segundo entrenador, era un atractivo adicional para el partido. Era la segunda presencia de Zizou ante la UD Las Palmas, ahora frente al filial tras el recordado 4-2 de 2001-02 en el Insular.

Vino estilo 'man in black', como otros componentes de la expedición blanca. Sin embargo, se mostró correcto pero esquivo. Y protegido, porque hubo medidas excepcionales de seguridad, también privada, siempre a su lado. Incluso en el terreno de juego, a espaldas del segundo entrenador del filial merengue, de facto el titular.

Zidane rehusó salir del vestuario antes del partido. Allí estuvo durante casi una hora. Sólo lo abandonó para dirigirse al campo de juego, pasando por el ya célebre túnel que conecta el Anexo con sus departamentos. Actuó rápido en los saludos, sin avanzar en la cortesía. Y en el partido ejerció como líder del equipo. El segundo entrenador, de pie; el primero (Santiago Sánchez), sentado. Acusó los dos goles del filial amarillo, animó a sus jugadores y celebró con entusiasmo el empate a dos cuando apenas quedaba tiempo para más.

Fue rápido hacia el vestuario otra vez. Su paso, diligente, rodeado por quienes tienen que seguir su huella. Y en el camino tuvo gesto, felicitando al hombre que le había amargado la mañana: José Artiles.

Zidane, celebra el empate madridista. Nunca estuvo solo en el Anexo ... (C. Torres)