No era para menos. Acababa de llegar el segundo gol de la mañana sobre el Girona. Este sí lo celebró con sus asistentes. Y Paco Herrera se fue en solitario hacia el borde del área técnica. Allí hinchó sus pulmones, cerró los ojos y todo lo demás quedó para adentro. El entrenador está siempre en primera línea y es el que lleva en el interior sus propias procesiones. El gesto después del 2-0 delataba la trascendencia de lo que se estaba viviendo. Pero aún habrá más ...
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