M. B.

La historia de esta temporada en Las Palmas Atlético es difícil de explicar. Ni los propios protagonistas del equipo filial se pondrían de acuerdo para razonar el por qué, a falta de cinco partidos para concluir la campaña regular, el equipo que llegó a liderar la clasificación en el primer tercio acabará echando el resto para intentar salvarse, por cualquiera de los métodos posibles. Aún tiene vida y está en ello.

La historia de la temporada para Óscar Pérez, el zaguero central de los amarillos, también es difícil de explicar con la perspectiva que proporciona ahora el tiempo y los sucesos de la Liga. Fue titular las nueve primeras jornadas del campeonato, cuando el conjunto filial era protagonista del mismo, y de repente su eficaz sociedad futbolística con Ayoze Placeres quedó rota tras haber firmado el equipo un resultado notable en Lasesarre (1-1, contra el Baracaldo).

A partir de ahí, por decisiones técnicas, Oscar Pérez entró y salió de las formaciones. Pero sufrió un parón más importante después cuando se lesionó con una fractura ósea en la mano, que le llevó a estar dos meses ajeno al terreno de juego. De nuevo ahora, el jugador grancanario está en las últimas formaciones de Mingo Oramas de nuevo con Ayoze, pero ya la situación del equipo es antagónica a cómo comenzó.

Ni el propio Óscar sabría expresar qué sucedió entonces: "Mi primera salida del equipo titular fue después de los siete partidos ganados y el empate a Baracaldo, allí. Íbamos segundos ... No lo entendí, pero era una decisión del técnico de su momento. La tuvo que hacer, nada más; fue una decisión técnica. ¿Me extrañó?. Sí, porque no sé si querían hacerse rotaciones. Los compañeros lo estaban haciendo bien, otros también. El equipo funcionaba pero no sé ... No pienso mal, no hay mucho más".

El caso es que, llegado a abril, "mi futuro ni me lo planteo. Mi futuro es salvar al equipo, salvar los muebles", nos expresa.

El momento de Las Palmas Atlético es muy duro. Oscar fue un hombre importante siempre en el equipo. Su contribución en el ascenso de hace tres temporadas fue determinante cuando Víctor Afonso le dio la alternativa. Aún se le recuerda la gran actuación en el 'miniestadio' de Tuilla, en la promoción de ascenso. El zaguero es un futbolista eficaz, silencioso y respetuoso con el papel que le asigna. Ahora, la única "alegría es volver a jugar después de dos meses parado por la lesión (fractura en una mano). Intentaré ayudar a salir al equipo de donde estamos. Después de un parón uno no se ve igual".

Nos traslada el pensamiento interno de la plantilla del primer filial: "Sólo nosotros podemos cambiar esta dinámica, sacar los puntos pensado en el objetivo de la promoción en primer lugar. La salvación está ahora a tres de la promoción, eso es lo que miramos".

El regreso de Aragón el pasado fin de semana "fue duro, jugamos contra el líder. Salíamos con ganas de lograr la victoria y nos vimos pronto con el primer gol, todo sucedió muy rápido. Tuvimos nuestras oportunidades, pese a todo, pero con un 4-0 (en Huesca) es complicado hablar de ello. El partido de Cuenca es una final. Es la última que tenemos en nuestra cabeza. No miramos más allá".

"Antes de la lesión tuve dos salidas del once titular por decisiones técnicas. No se trató de lesiones. Soy paciente. Mi decisión es entrenar todos los días para demostrar a los entrenadores que estén que quiero jugar. No sólo es querer, sino estar bien para ayudar al equipo. Por supuesto la cabeza del jugador tiene que funcionar", explica. "A pesar de todo, me veo bien para la recta final. En este último mes hay que estar al ciento veinte por ciento".

El domingo, a las 11.00 hora de Canarias, tendrá que echar el resto en una temporada que, pese a su paciencia tradicional, acabará también para él a contrarreloj.