Teléfono rojo, volamos hacia Moscú
24/04/2015

El Gran Canaria pagó dura su inexperiencia en la final y viajará a la vuelta con una renta que parece una losa ... porque enfrente ha encontrado a un acorazado de gran tonelaje

Manuel Borrego

"¡Que salga el equipo, que salga el equipo!". La dura derrota en la final-ida de la Eurocup no distrajo a la afición que abarrotó este viernes el Gran Canaria Arena. Los 25 puntos en contra obligan a una heroica en Moscú hoy inimaginalbe, pero tampoco desfiguraban los méritos reales acumulados durante tantos meses y con miles de kilómetros invertidos. El premio de la ovación se lo llevaron a casa los jugadores de García Reneses. Un hecho histórico tan importante como el que se ha firmado este 24 de abril no podía terminar sin el cariño que finalmente cerró la jornada. Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú ... aunque sea para hacerle sentir al Khimki por qué el representantivo de Canarias ha sido equipo revelación de la campaña europea.

Hubo ambientazo. No podía ser de otra manera. El Gran Canaria Arena, esa joven instalación que ya está en las alturas, sonó potente este viernes. Se organizó todo para que al equipo de García Reneses no le faltara el aliento, desde el minuto cero. Calentó motores con los mensajes, en el videomarcador. Uno tras otro, Mario Fernández, Bernardo Hernández, Roberto Guerra, Marcus Norris, Spencer Nelson, Willie Jones, Jim Moran ... y acabó Savané. "No estaré allí con ustedes físicamente, pero si en mi ánimo".

Todo se tiñó de amarillo, pero enfrente un acorazado de gran tonelaje, que sacó todo su arsenal para no dejarse sorprender por un equipo que había causado estragos entre grandes aspirantes a estar hoy en esta misma final. El Khimki fue amo y señor de este primer partido, que solo tuvo fuera de control en el 2-0 inicial y en algunas etapas racheadas donde el Gran Canaria se encontró a sí mismo. Kurtinaitis lo jugó desde su banda, como si él mismo estuviera inscrito en acta. No dejó un instante de respiro a sus jugadores, en cada acierto, en cada error. Lo vivió tan intensamente que fueron ilustrativas sus broncas durísimas a varios integrantes de su plantilla, con rentas superiores a dos dígitos. La reprimenda más contundente se la llevó Maxim Sheleketo después de cometer una falta adicional tras triple de Kuric. Le sacó de la pista como si hubiera cometido un delito y no dejó respirar ni siquiera cuando se secaba el sudor.

Ganaba entonces por una veintena de puntos el Khimki, pero ese carácter ganador del técnico lituano, insaciable, no lo encontraba en idéntica proporción en el otro lado de la cancha. El equipo de los rublos dijo en el Arena el por qué tiene a determinados jugadores que marcan la diferencia. En el partido, hubo fases para el protagonismo de cada uno de ellos. Primero fue Paul Davis (diez puntos en el primer cuarto), el que sacó de la pista a Tavares. Lo sacó física y mentalmente. Cuando el poderoso pivot aligeró su carga, Vyaltsevasumió penetraciones y tiros que lesionaron un poco más la capacidad de reacción de los amarillos. En cuanto el Gran Canaria sacaba la cabeza, aparecía el resto. Monya, el imprevisible tirador Koponen (un triple in extremis en el último segundo del tercer cuarto para abrir una brecha de cinco puntos) y, por fin, 'microondas' Rice. Cada uno colaboró en crear esos 25 puntos de renta que dejan entrever que el segundo compromiso de la serie puede ser más un trámite que otra cosa.

En Moscú suena un teléfono rojo. Pero, de momento, todo está tranquilo porque Herbalife Gran Canaria tras el primer encuentro ya no les suena a amenaza. La actuación del equipo de Aíto García Reneses en la Eurocup no puede resumirse en estos cuarenta minutos de su primer derrota como local, segunda en toda la campaña europea. No merecen este recuerdo aunque sea el que probablemente tenga mayor recorrido.

 

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