Herrera busca a su doctor Jekyll
10/05/2015

¿Qué UD Las Palmas dominará entre mayo y junio?. ¿La que iluminó en la primera vuelta o la que titubea en la segunda fase?. El técnico trata de recuperar frescura de piernas y mentes, pero no debe distraerse de una prioridad: competir hasta el final

M.B.

Un peligroso desdoblamiento de personalidad pone en peligro diez meses de proyecto. Pero no es un asunto irremediable. ¿Qué Unión Deportiva acabará imponiéndose entre mayo y junio?, ¿la que encandiló en la primera vuelta del campeonato o la que titubea en la segunda parte?. ¿Qué modelo de equipo acabará el campeonato peleando por los intereses amarillos?. Porque Las Palmas solo es capaz de ofrecer dos versiones: una llena de luces y otra con abundantes incógnitas. En el proyecto de Paco Herrera el término medio no existe; certificado queda cuando el entrenador reconoce que el ascenso directo es una quimera después de la enésima aparición del Míster Hyde amarillo.

Las Palmas se encamina hacia su tercera liguilla de ascenso a Primera consecutiva, la cuarta en las dos últimas décadas si recordamos como nueva oleada la jugada también frente al Real Oviedo, en 1997-98. En ninguna de las anteriores logró el éxito, pero ninguna tendría la consideración privilegiada actual: tiene cinco partidos por delante para preparar la fase final a conciencia.

Pero ha de hacerlo de manera distinta a cómo se encuentra ahora. Porque también el equipo de Paco Herrera no puede dejar a un lado la competición regular en las cinco últimas jornadas. Las posibilidades serán más óptimas cuando los amarillos estén mejor colocados en la clasificación. Porque hay que recordar que existe un plus para el mejor clasificado: segundo partido en casa y declarado vencedor en caso de empate hasta la prórroga.

Contrariamente a lo que podría interpretarse como un caída de bandera, Las Palmas ha de redoblar esfuerzos por alimentar de nuevo su esperanza a base de victorias. Ha de ganar y ganar, volver a crear el clima propicio para la hipotética segunda fase del campeonato. El entrenador anuncia dosificación de efectivos, pero ha de hacerlo con el fin de refrescar piernas y mentes, además de recuperar al modelo de equipo doctor Jekyll, el que está en la cara visible de esta extraña temporada.

La decepción es compartida dentro y fuera del vestuario, dentro y fuera de la propia sede del club. La culpa la tienen esos mismos jugadores que tanto les hicieron ilusionar. Nunca antes en su historia Las Palmas había logrado tantas jornadas en el primer puesto y no encontrar el premio del ascenso por la vía directa. En realidad, el salto a la máxima categoría lo dieron los amarillos en 1951, 1954, 1964, 1985 y 2000 con notables ligas, en algunos casos recompensados con el trofeo de campeón de la Segunda División.

Si esta vez ocurre, no será por este método. Y aunque la palabra liguilla o promoción asusta, no es menos cierto que ningún equipo que acude a ella está descabalgado para lograr el éxito. Solo lo hará el club que sepa unir todas sus fuerzas, que muestre su mejor cara y que en las jornadas comprendidas entre la 43 a la 46 de esta temporada se encuentre a sí misma. La división no es, por contra, el camino correcto.

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