M.B.

Es el logro más importante o con mayor resonancia en una década de resurgimiento. Cuando Miguel Ángel Ramírez llegó a la UD Las Palmas había en Pío XII una hilera de medio millar de acreedores, el club estaba en los juzgados con 72 millones de euros de deuda, el equipo se encontraba en Segunda División B después de realizar la peor campaña de su historia y el diseño del proyecto era confuso, sin definir si la cantera valía o tenía un destino.

Desde 2005 a 2015, salto a Segunda A y ya en Primera División, fin del concurso de acreedores y un equipo dominado por el acento canario con jugadores emergentes y futbolistas que han regresado para dejar una huella.

"Este ascenso es para ustedes" ... Miguel Ángel Ramírez explotó en el palco al terminar el partido y consolidarse la victoria que necesitaban los amarillos para voltear el 3-1 de La Romareda. Todos sus consejeros presentes también rompieron al emocionarse, así como miembros del cuerpo técnico y administrativo presentes en el palco. El nuevo presidente del Cabildo, Antonio Morales, y el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, y otros cargos políticos y sociales de la isla se unieron a la fiesta.

Ramírez lloró; nadie conocerá todo el contenido de sus lágrimas, el verdadero sufrimiento del presidente, de su soledad o de la falta de comprensión en los momentos complicados. El momento de alegría, sin embargo, lo compartió de inmediato con el océano amarillo. A los que también espera en el viaje en Primera División porque, sin ellos, sabe que lo demás no tiene sentido.

"El próximo año", les dijo de madrugada a los aficionados, "la Unión Deportiva Las Palmas sonará bien en la Primera División".