Manuel Borrego

"Tenemos que cambiar", dijo Sergio Kresic tras la cuarta jornada de la Liga 2000-01 en la que la UD Las Palmas realizaba su anterior regreso a la Primera División. En esos cuatro primeros partidos su equipo había protagonizado dos empates y dos derrotas, pero en el camino había encajado la friolera de 11 goles: 3 del Alavés (0-3), 2 del Oviedo (2-2), 1 del Valladolid (1-1) y 5 del Valencia (5-1). La alegría del juego grancanario no tenía reflejo proporcional en los marcadores.

Sirve como ejemplo recordatorio aquella decisión del hispano-croata que hizo cambiar la trayectoria de los amarillos en su mejor última clasificación en Primera (11º). Las Palmas pasó a utilizar una defensa de cinco piezas, con Baiano y Ángel López en los laterales, mientras Jaime Molina, Gabriel Schurrer y Paqui pasaron a cubrir su bloque central. El equipo amarillo empezó a partir de entonces dejar de sentir debilidades defensivas, logró sus primeros resultados óptimos (entre ellos, el 0-3 en San Mamés en la sexta jornada) y la situación se pudo reconducir para una plácida permanencia.

La fórmula de los cinco defensas, tan utilizada en Segunda División especialmente en los años noventa, parecía estar en fuera de uso hasta que la pasada campaña en sorprendente Girona la empleó para instalarse como equipo sorpresa en la segunda categoría.

Paco Herrera ha hecho este verano de 2015 una lectura de su plantilla y de los rivales a los que se opondrá en este retorno a una Primera División como nunca ha conocido la UD Las Palmas. Y el primer test del Calderón dejó sensaciones agradables, a pesar de que el planteamiento sea alterar el sistema en función de los adversarios a los que se medirán los grancanarios.

Obreros y un jefe

La muralla grancanaria, que se complementa con la labor de ayudas procedentes del centro del campo, se ha confeccionado en tiempo récord, como aquel año hizo Kresic de una semana a otra. Para ello es determinante el poseer en plantilla jugadores con una inteligencia táctica elevada. En ese plano asoma la aparición de un hombre con galones en la retaguardia, Antolín Alcaraz, que desde el primer entrenamiento en la isla ya mostró que lleva mando y ofrece el mensaje de coordinación desde dentro. Posiblemente Herrera se decidiera a formar el bloque de cinco zagueros ante el Atlético al tener en plantilla a un futbolista tan experto, al que la adaptación a la Liga parece que será más en el aspecto físico -ritmo de partidos- que en el táctico.

Cuando fue presentado el paraguayo, la dirección técnica habló de un jefe en la defensa. Un jugador así es necesario, especialmente cuando muchos de sus acompañantes están en los primeros kilómetros de la competición. A sus costados, en este primer encuentro, Aythami y Pedro Bigas se amoldaron a las exigencias del partido. Y ya es significativo comentar que un rival tan poderoso como el conjunto de Simeone apenas amenazó en dos ocasiones a los amarillos en el juego aéreo.

En la primera labor con este modelo de tan escaso uso en la élite también tiene sus propios 'peros'. El avance de los laterales fue escaso y la presencia ofensiva de la Unión Deportiva fue más eficiente en el juego de pizarra que en el de la posesión.

La muralla de cinco piezas es una herramienta más del equipo, con el anuncio de repetirse en más oportunidades en las que el equipo necesite un sacrificio. Cierto es que no todos los poderosos rivales estarán tan espesos en ataque como lo estuvo también el Atlético de Madrid este sábado, pero es alentador saber que las incógnitas previas a la competición oficial se despejan en dirección optimista.

Como decía en estas mismas columnas de Tinta Amarilla una de sus firmas, Higinio Medina, la derrota en el Calderón por las formas no deja sensación de derrotados. Y el método taponador esta vez fue eficiente.