Matías, el aprendiz silencioso
29/08/2015

Juan Manuel Rodríguez ya pensó en él para probarle en el primer equipo en 2012. Jugó 36 encuentros en Segunda B y esperó. Ahora Paco Herrera le ve como proyecto de debut en Primera

Manuel Borrego

¿Quién es ese jugador que ha logrado captar la atención de Paco Herrera en la segunda semana de competición?. El primer técnico que vio en Matías Dumpiérrezun camino hasta el primer equipo de la UD Las Palmas fue Juan Manuel Rodríguez, en el epílogo de su última campaña en el banquillo amarillo. De haber continuado en 2012-13 posiblemente el jugador del Tablero de Maspalomas habría tenido en él un respaldo en el que impulsarse hacia los profesionales.

No ocurrió así y ni siquiera Matías fue convocado posteriormente para realizar la pretemporada con los canteranos más adelantados de su generación. El alumno paciente siguió en el club tras su salto desde una prometedora etapa en el juvenil con Mingo Oramas. Tenía por delante un puñado de jugadores que le ganaban en oficio para quedarse con un puesto en el filial. Omar Fleitas, Ale Rivero, Jesús Valentín y hasta el mismo Leo Ramírez, pugnando por la posición de pivote avanzado a la defensa, el que tiene la misión de cortar y entregar el balón. Esa es una de las virtudes del joven Matías.

"Soy trabajador, esa es mi característica. Me gusta el fútbol sencillo", confesaba a Tinta Amarilla días después de dar su salto al equipo de Víctor Afonso, que primero le hizo debutar en la Tercera División. Matías fue de nuevo paciente. Estaba el filial en el año de su ascenso a Segunda B y a él le tocó un papel de reparto, con apariciones cuando había algún turno que cubrir. Tras el ascenso frente al Tuilla, su presencia en Primera B (2013-14) fue efímera. Debutó 45 minutos frente al Atlético de Madrid B, en el Anexo (relevado al descanso por Leo), y en enero de 2014 aceptó seguir el camino en el Estrella no sin antes renovar tres temporadas con el club materno.

Matías se dio un plazo. Ese chico lleva algo del Peñarol de su padre, uruguayo de nacimiento y simpatizante de la leyenda aurinegra. Invencible, guerrillero e incansable aprendiz. 35 partidos en la categoría de bronce la pasada temporada (2895 minutos), acoplado a Ale Rivero en la torre de operaciones del filial, le hicieron comprender mejor el fútbol. Sus compañeros, a los que admiraba, fueron desapareciendo en el panorama y él, más silencioso todavía, siguió a lo suyo.

Este sábado confesó Paco Herrera que lo que había visto de Matías en tres días le gustaba y que, en consecuencia, "se queda con nosotros hasta diciembre". Un nuevo canterano está en cartera y, como ningún otro en las trece últimas temporadas, Matías tiene la posibilidad de dar un salto hacia la Primera División. Porque esa es la puerta que le ha insinuado su ahora entrenador.

Matías no es Javi Castellano; tiene su estilo propio pero comparte con el gemelo alma de guerrero en el centro del campo. No tiene la punta de velocidad de otros futbolistas, pero sabe leer las jugadas para llegar a tiempo al cruce. Lleva ropa de brega y no la rehúye. Domina el primer pase desde posiciones atrasadas y, a diferencia del gemelo, tiene gol. El jugador sureño lo busca desde fuera del área, en las jugadas de estrategia como lanzador y como llegador desde segunda línea. Y, si no logra el éxito, de inmediato recupera el orden para no perder el sitio porque el timón del equipo no se negocia con él.

Ese es el jugador que ha logrado llamar la atención de un técnico al que le gusta dar oportunidades. Su equipo no le echa en falta porque cada emigrante al Gran Canaria es una fiesta en el filial.

"Mis ídolos son Zidane y Pirlo" aseguraba. De repente él se ha colocado en posición de ver muy de cerca de los que heredaron aquellas huellas. Lo hace sin hacer ruido pero pisando fuerte.

 

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