M.B.

El primer encuentro de Liga en el Estadio de Gran Canaria levantó una oleada de comentarios. Los jugadores locales y los del Levante UD hablaron de una superficie de juego inconstante o inestable. En realidad, nada nuevo en el escenario. Santiago Sosa, responsable de la empresa Tecbinor, anunció el pasado 30 de junio a través de Tinta Amarilla que el cambio total del verde del recinto de juego de la UD Las Palmas requería al menos 90 días para que la nueva semilla (poa pratensis y raygrass) complete el proceso vegetativo.

Después del ascenso del equipo el pasado 22 de junio, en apenas siete días se produjo el levantamiento completo y sembrado de todo el rectángulo de juego, con más 800 kilos de nueva semilla. Además, 60 toneladas de arena se distribuyeron en el campo de 105 x 68. "Todo lleva un proceso", recuerda Sosa.

El césped en el que se jugó el partido de este domingo aún no ha alcanzado su madurez. "Eso se producirá entre octubre y noviembre", nos ratifica Sosa apenas 14 horas después de haberse jugado el partido. "Nuestros operarios están trabajando muy duro, todos los días. Sabemos que luchamos contra el reloj. Pero aún hay un tiempo que, por desgracia, no podemos recortar. El calendario está en marcha y las raíces aún están en su proceso".

Canarias no puede disponer de las soluciones de los estadios peninsulares, que no requieren el control fitosanitarios de las plantas. "De Portugal a cualquier punto de España se transportan los tepes de césped ya maduros. Se instalan y la superficie de juego está en completa disposición de ser utilizada en su plenitud".

Los operarios de Tecbinor han resuelto en el mes de agosto el problema de un hongo que comenzó a invadir el campo y, ahora, echan tiempo para que el césped también coja ritmo de competición. "Y todo esto, con permiso de la dichosa poa annua", la plaga que obligó en junio al cambio drástico.