B. Pérez

Sergio Araujo cambia el semblante. El delantero argentino marcó de nuevo en el Estadio de Gran Canaria. No lo hacía desde el 2-0 al Zaragoza, el pasado 21 de, el día del ascenso. El chino encontró el gol y también fue un jugador sacrificado en el campo. Peleó balones hasta el área propia, se fajó con los defensas donostiarras, buscó espacios y acertó a marcar con un disparo cruzado. La fortuna también hace guiños, porque el cuero pasó entre las piernas de un defensa y, sin potencia, se fue junto al poste opuesto al que cubría el meta txuri urdín, Rulli.

"Le dije a mi mamá que marcaría doce esta temporada". Su frase remodelada no tiene nada que ver con el angustioso mensaje del pasado martes, cuando pronosticaba "cinco como muchos". Los delanteros no tienen cifras de partida, pero Araujo fue ayer un futbolista más cercano al de los 25 de la pasada temporada. La afición se percató de ello y le premió. No sólo la ovación estaba dirigida al gol del 2-0; había más.

Lo intentó muchas veces, combinó astutamente con Jonathan Viera, el socio que le conoce bien. "Todo el equipo ha estado metido en el partido" aseguró. "Necesitábamos ganar para ver las cosas. Los puntos de casa son fundamentales".

La idea de Quique Setién exige un sacrificio a los hombres de vanguardia cuando no hay balón controlado. "Estamos captando el estilo de juego. Poco a poco vamos logrando lo que nos pide el entrenador. Voy a dar todo lo que tengo. Lo que dije el otro día ... fue por un momento malo. Voy a marcar los doce que le prometí a mi mamá".

Seguramente serán más, si la línea escogida este viernes la emplea en más ocasiones.