La zona cero de Jonathan Viera
16/11/2015

En 2012 fue presentado ante la afición de Mestalla como "un jugador que intenta cosas en el campo que otros ni imaginarían". Pero los técnicos del Valencia "no me dejaron", recuerda el grancanario que regresa al estadio de sus frustraciones

Manuel Borrego

Jonathan Viera (21 de octubre de 1989) regresa este sábado con la UD Las Palmas al lugar de sus pesares profesionales, al estadio donde esperaban desde 2012 la magia del grancanario, pero que se convirtió en el sitio donde perdió su insobornable sonrisa. Ese lugar es su particular zona cero, desde donde remonta hasta el jugador que hoy vuelve a escuchar el aplauso de sus incondicionales. Detrás de su historia está la intervención del hombre que apostó por él para llevarle allí y presentarle con la algarabía de una figura en ciernes en el verano de 2012. Braulio Vázquezcreyó en él. El coordinador entonces de la secretaría técnica del Valencia dibujó ante la exigente afición ché a un jugador al que esperaban encandilados:

"Espero muchísimo de este jugador. Viera tiene talento, es un futbolista de la calle, de los que ya no hay. De los que intentan en el campo lo que otros ni imaginarían. Sé que a la gente (del Valencia) les va a gustar muchísimo (...) Posee el don del fútbol. Nos dará un toque de calidad a nuestro juego"

Nada de aquello fue realidad, pese a que el traslado de Viera desde Gran Canaria a la ciudad del Turia se convirtió en un culebrón de importantes dimensiones en Gran Canaria. Empezó seis meses antes, cuando el jugador rehusó a cinco años de contrato y a un salario de 1 millón de euros anuales en el Granada, con el que la UD Las Palmas había alcanzado un acuerdo. Para el club formador había una prima de traspaso de tres millones (y 15% de una segunda operación). Pero la tercera pata de la mesa, el jugador y su representante Pedro Bravo, dijeron ‘no'. Detrás había un grande de España, esperando para incorporar al futbolista que dos años antes había debutado en Segunda con Paco Jémez y que en febrero de 2011 ya se había estrenado como internacional sub'21. Quedaba verle en acción en Primera, el gran reto que aún mantiene el mejor Viera que conoce la afición que primero le aplaudió.

Viera fue a Mestalla con baúles cargados de ilusión. Pero tropezó con los técnicos que el Valencia contrató para dirigirle. Primero Pellegrino -que le hizo debutar como jugador de Primera en el Nou Camp-, luego Valverde -quizá con ambos su mejor campaña allí-, más tarde Djukic y finalmente Nuno Espíritu Santo, que al inicio de la pasada temporada le puso contra la espada y la pared apartándole por completo del proyecto valencianista. Iba camino de una denuncia ante la AFE cuando el fútbol belga apareció en su camino.

Todos los pronósticos de Braulio Vázquez sobre el futbolista de la Feria, el mago al que dejaron sin balón, se fueron desarmando, uno a uno. Incluso el de "no lo cederemos". El Valencia, salvo el responsable de la secretaría técnica, nunca creyó del todo en él, aunque sí le temen. Viera nunca visitó Mestalla ni jugó contra el escudo del murciélago porque en el acuerdo de cesión al Rayo Vallecano (2013-14) estableció una cláusula de 200.000 euros para que el Paco Jémez no le alineara contra el club que aún no le había desvinculado. Es por este motivo por el que Jonathan se estrena con la UD Las Palmas frente al Valencia, en un partido que tiene no pocas connotaciones anímicas y deportivas para él. Y que, desde la grada, también se mirará con lupa.

El Valencia, sin embargo, no perdió del todo terreno. Los 2,5 millones que invirtió por él los recuperó procedente del Standard de Lieja, la segunda mala elección en la carrera del jugador grancanario. Y, de allí, a la UD Las Palmas donde Jonathan ha logrado comprobar que tiene un público para su magia y que ésta funciona. En su regreso a la isla, antes de lo lograr el objetivo del ascenso a Primera, subrayó con claridad: "En el Valencia no me dejaron. Y en Bélgica yo ya no quería".

Es por ello que todos los mensajes de su mentor valencianista Braulio Vázquez no cayeron en el vacío. Entre sus frases, una última en el arribo de 2012. "Le haremos ver que no es lo mismo jugar en el Valencia que en Las Palmas". Y es así. Si Viera está feliz el sábado, que tiemble Mestalla.

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