Tana delicatessen
22/11/2015

El jugador grancanario ha ofrecido en Valencia su actuación más completa en el fútbol profesional, porque se vació en las dos direcciones del campo

M. B.

En la reacción de la UD Las Palmas en el campeonato hay un importante factor entrenador. Porque, tras cuatro encuentros (cinco puntos a través de una victoria, dos empates y una derrota), se ha podido comprobar una evolución a raíz de una idea futbolística. Las herramientas principales que propone Quique Setién son la posesión y el orden. Y las piezas para llevarla a la práctica están inmersas en una selección natural que enjuicia el propio técnico cántabro bajo una premisa propia: "Me sigues o no me sigues". Su criterio no es negociable.

Este sábado hemos podido comprobar cómo la UD Las Palmas ha dado otro paso evolutivo en el juego. Todo es parte de un proceso. Primero fue no dejar que el Villarreal le creara una sola situación de riesgo en el partido de estreno del nuevo entrenador, que fue inmediatamente posterior al sonrojo de Getafe. Luego, aguantar el chaparrón con buena cara en el Bernabéu. Pero no hubo tal y sí una respuesta coherente de un rival que perdió con dignidad. Más tarde le tocó avanzar hasta la primera victoria, desbordando a una Real Sociedad con dudas. Y en el cuarto episodio se ha producido una exhibición colectiva de querer, dominar, anular a un rival poderoso que juega en Europa y, además, llegar hasta su despensa con posibilidades razonadas de poder ganar en Mestalla.

Todo ha sido labor de conjunto: el sacrificio, la intención y la ambición. Las Palmas apenas ofreció fisuras como equipo, pese a que su fútbol asume riesgos que están calculados. Al contrario: su crecimiento en estas semanas ha sido muy notable y el paso ofrecido en Valencia alimenta la esperanza de poder llegar a su destino.

En esta oportunidad, además, nos centraremos en un jugador que fue gran protagonista del partido del Valencia. Seremos intencionadamente injustos, porque cada uno de los actores amarillos en Mestalla ha puesto muy cara la posición de titular. Pero este día, el fútbol de buen gusto debe sentirse feliz porque uno de sus hijos, Tana Domínguez,nos ha enseñado de lo que es capaz en la élite.

Tana es uno de los principales vencedores de un partido que ha acabado en empate. Ya se asomó en alguna oportunidad en Segunda División como futbolista relevante, encontrando el camino que desde su infancia parecía reservado a su fútbol delicatessen. Hemos visto en Valencia al Tana más completo desde que es jugador profesional. No sólo por la imaginación que ofrece cada vez que el balón le llega. Busca, elige bien, protege el cuero y, además, apunta a portería. Si no firmó un tanto en Primera es porque delante Domenech le hizo una extraordinaria parada, desviando el cuero a la madera cuando el disparo llevaba escrito la palabra gol.

El partido más completo, como futbolista integral, lo ofrece Tana porque corrió kilómetros como el que más, hasta fundirse. Lo hizo para atacar, para asistir -la segunda ya en su cuenta-, para robar, para presionar o para cubrir espalda a un compañero. Tana tenía la misma convicción y energía para ir hacia la puerta de Domenech como para poner un escudo cuando el Valencia trató de ir en dirección contraria.

Este Tana está desnudando a sus detractores. Si le vieron actuando en Mestalla no sabrán qué argumentar porque su nivel de juego y compromiso fue el que ha hecho que la comisión deportiva diera pasos adelantados porque veían en él que la chispa nunca le abandonó. Cada uno, con sus méritos a cuestas. El de Setién es el haber adivinado y rescatado el gran jugador que hay en él. Y que no debe desaparecer, sino todavía mejorar, con o sin balón; dentro o fuera del teatro.

Empató Las Palmas, ganó crédito, mejoró su imagen ... y Tana deslumbró. Con actuaciones así, su sitio en los corazones de los aficionados grancanarios será cada día más ancho.

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