Viera: Castigo pedagógico y sanción profesional
20/12/2015

Setién eligió las dos herramientas para responder a otro gesto rebelde del estilete amarillo en otro día en que sólo hubo un perjudicado: la Unión Deportiva Las Palmas

Manuel Borrego

La polémica de la que fue protagonista Jonathan Viera en Cornellá unida a la derrota con el Espanyol ocultó, entre otras cosas, un dato tan positivo y con tanta estética como el que nueve canarios se alinearon titulares juntos en un partido de la Liga de Primera División, algo que no ocurría desde el 23 de mayo de 1988 (1-2 frente al Betis aquel día, una jornada triste por el descenso). Esa pequeña hazaña del club pasó esta vez de puntillas. Y aún 24 horas después del hecho y con las secuelas del 1-0 en la mano, el debate queda abierto porque la acción del jugador y la reacción del cuerpo técnico se sitúan a medio camino de dos escenarios en el que sólo hubo un perjudicado real: La Unión Deportiva Las Palmas.

No cuestionamos la autoridad de Quique Setién y sus colaboradores, que debe estar siempre por encima de cualquier valoración. Aunque observamos que este 'caso Viera', que el mismo Setién relató como puntual, ha requerido una doble manera de solucionarse y, además, con ejecución inmediata, sin esperar el regreso del viaje. Una parte de la solución fue la aplicación de una castigo pedagógico, a modo de las etapas iniciales de jugador en formación, excluyendo a Viera de concursar en un partido tan importante. Y con la aplicación de una reacción sancionadora (económica) regulada en el régimen interno del equipo. Ambas herramientas están en manos del entrenador y de la comisión deportiva como planta superior inmediata. Se podrían haber aplicado por separado también o con otra secuencia. Pero, no: directo a la grada.

La lectura que hacemos desde el exterior es que un equipo profesional como la UD Las Palmas, en la más profesional Liga que ha conocido en su historia, ha prescindido de su actual jugador más determinante en un partido en el que habría podido sacar la cabeza del fondo de la tabla de haber conquistado los puntos. Cualquier hilo de ventaja a un rival son puntos que se pueden quedar en el camino y velas de esperanza que se apagan; no todas.

No disculpamos tampoco a Viera, porque con su edad actual y experiencia profesional, tiene oficio suficiente para saber que no se puede estar permanentemente en actitud anímica tan irreverente. Cuando hablamos de él, incluso de su juego, y utilizamos la palabra rebelde no lo hacemos al azar. Con todo, queda demostrado que el riesgo asumido fue excesivo y en Cornellá no vimos a la UD que ganó al Betis apenas una semana antes, ni al Viera tan decisivo de aquella jornada. Así perdió Las Palmas, al fin y al cabo.

A Setién no le impresiona la inmediatez. Él mismo ha explicado que toma decisiones con sus jugadores con recogida de frutos a distancia. Si la aplicación de sus medidas este fin de semana conlleva a la permanencia final del equipo, bienvenidas serán ... a pesar de que todo sabe ahora a tormenta innecesaria en un grupo de trabajo al que todavía le queda unirse por completo. Tampoco es Setién creyente de las individualidades, aunque no las desprecia en sus conceptos. Tiene una manera de entender el fútbol, la autoridad y al jugador. Y aplica sus criterios con todas las consecuencias. Esa valentía hay que aplaudirla aunque no la compartamos en su totalidad.

La palabra revancha siempre está en boca de todos los participantes de Ligas tan reñidas como la actual. No le queda otra a los protagonistas de esa aciaga noche de Cornellá. Si quieren que caiga en el olvido habrá que ganar partidos (y muchos ya) para salvar al equipo de estas heridas constantes que reciben sus aficionados cada fin de semana.

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