Contracrónica

El base Collins metió el partido en una cuna
06/01/2016

M.B.

García Reneses había anunciado en la víspera del encuentro frente al Estrasburgo que uno de los aspectos del juego del equipo francés a tener en cuenta es que había en su plantilla jugadores de mucha sabiduría. No hizo referencias individuales, porque faltaba la constatación en el partido para saber si ese saber estar era suficiente para que el conjunto galo hiciera lo que solamente el Khymki moscovita había logrado en las dos últimas temporadas como visitante del Gran Canaria Arena.

Varios de los jugadores de Vincent Collet exhibieron ese saber estar en el partido ante un rival que, contrariamente, ha extraviado el GPS en su juego. Pero sobremanera, el lucimiento personal se dirigió hacia el base titular estadounidense Mardy Collins, sobre quien giró las operaciones en el juego de ataque de un rival al que el Gran Canaria solo pudo ponerle ataduras en el inicio.

Collins dejó en el Gran Canaria Arena una exhibición de baloncesto de primer grado, a la antigua usanza, cuando sobre un organizador con mucho talento podría orbitar el resto de la plantilla. Collins acunó el encuentro; lo durmió o lo hacía despertar para cambiarle pañales. E interpretó cuantas modalidades le iba a bien a su equipo. Corrió si era lo mejor, botó y botó cuando quería desquiciar a su defensor, penetró, tiró, pasó, cambió de mano, robó y hasta capturó 7 rebotes echando una mano al juego interior. Con él en la pista el Gran Canaria, que siguió interpretando preocupantes síntomas de extravío general, no estuvo cómodo y hasta llegó, por momentos, a perder nervios.

La respuesta del equipo local, que jugó por impulsos, fue incompleta. Intermitente Pangos, impulsivo Newley aunque no tan eficiente como en ocasiones, desaparecido Omic, ausente Galdikas (¿), a medias Sulin, perdido Savané, sólo la garra de Báez, ... demasiadas facilidades para que un jugador con buena batuta no fuera capaz de destapar a su equipo y llevarle a la primera victoria del Last'32, la fase que daría paso a las eliminatorias directas. Que Seeley, el último al llegar al proyecto, fuera el mejor y más acertado explica todo lo demás.

Esta derrota es un desliz relevante de un desconocido Gran Canaria, que es capaz de lo mejor y de lo peor en apenas una semana, como ya ha demostrado recientemente. El margen de error se acorta en la Eurocup con el añadido de haber encontrado en el camino a un rival que, procedente de la Euroliga, esta vez supo descarrilarle ante la paciente parroquia que valora las dificultades para intentar repetir la hazaña de 2015. Ese otro anuncio emitido también por el experto entrenador cobró sentido con una actuación tan deficiente como la del día de Reyes de 2016.

De cara a la segunda jornada de la próxima semana, el Gran Canaria partirá de cero en su visita al Hapoel de Jerusalén, que perdió 105-96 en su paso por Rusia ante el Saratov.

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