Manuel Borrego

Lo dijo alto y claro al pisar tierra canaria. "Conmigo, un jugador puede pasar de la grada al campo o del campo a la grada de un día a otro. Nadie puede sentirse intocable". Si algo hay que agradecer a Quique Setién es su enérgico mensaje cargado de sinceridad, que no se modifica con el tiempo o bajo otras circunstancais. El por qué de sus decisiones no tiene siempre que descubrirlas, pero este fin de semana se ha producido un cambio de registro importante en la UD Las Palmas que se enfrentó al equipo más regular y mejor defensivo del campeonato.

Araujo, el hombre de los goles de la pasada temporada y el nombre del ascenso, estuvo en el banquillo mientras Willian José lograba al fin un hecho que se le había hecho imposible desde su llegada: jugar un partido completo en la posición de ariete. De las catorce actuaciones del brasileño en la Liga de Primera, trece fueron incompletas y en solo cuatro logró titularidad. Sin embargo, en la decisión de este fin de semana hay más valoraciones a tener en cuenta.

Los datos de Willian hasta ahora, con tantas fracciones en los encuentro, son bajos. 380 minutos (que corresponderían apenas a cuatro partidos) y 1 gol, aunque muy valioso frente al Betis. Ese jugador es una porción de lo que está insinuándose en partidos como los ofrecidos en Copa o este pasado domingo.

Posiblemente, el delantero brasileño es el delantero de la plantilla de la UD Las Palmas que se aproxime más al ‘9' tradicional. No sólo por cualidades técnicas, sino también por estructura física. La decisión de Setién frente al Atlético era de nota, porque a Willian le tocó situarse entre la mejor pareja de centrales de la Liga española, Giménez-Godín; dos futbolistas imperturbables, rudos, contundentes a ras de suelo, en los marcajes y en el fútbol aéreo. Y todo ello, en las dos áreas. Willian apareció en el campo con personalidad. Mientras Las Palmas tuvo presencia en el partido, sus movimientos casi siempre de espaldas fueron perfectos, para proteger el balón y dar salida en ataque a otros compañeros. No tuvo oportunidad de rematar, que es la vida del delantero, pero cada vez que contactó con el balón daba sensación de que podría brotar una jugada de peligro para los grancanarios. O, al menos, inquietud para los atléticos que, para frenarles, tuvieron que utilizar incluso codos con la complacencia arbitral. Aún así, en alguna ocasión fue capaz de girarse y correr en dirección a la portería. Todo ello, en la etapa del partido en que Las Palmas estaba más entera.

El Willian que se está viendo desde hace más de un mes, que se ratifica semana a semana, no tiene que ver con el jugador que llegó desorientado a la isla y valorando aquel ambiente de la promoción de ascenso cuando, siendo futbolista del Zaragoza, le pareció pisar Maracaná en Gran Canaria. Está muy integrado en el juego y en la relación con sus compañeros. En la Unión Deportiva le están haciendo ver que este proyecto puede ser bueno para su futuro, que desde aquí puede echar raíces de verdad, algo que no logró del todo en su anterior paso por España.

Al no disfrutar de su concurso así en gran parte de la segunda vuelta, Willian aspira a convertirse en una especie de refuerzo cierto en el segundo mercado para la UD Las Palmas. Su segunda vuelta el pasado año con el Zaragoza fue espléndida, aferrándose al timón de un equipo que acabó muy cerca de la Primera División, a apenas unos minutos ... hasta que apareció la chilena de Aythami y la bota de Araujo.

No hay incompatibilidad en el campo con el argentino o con Jonathan Viera. En ataque pueden ser complementarios pero el brasileño está enseñando con claridad que tiene disparo -con ambas piernas-, zancada, físico, poder aéreo y puede jugar en la más complicada situación adversa para un delantero. La Copa le dio alas; la Liga aún le puede consagrar como pieza importante en este proyecto.