B.P.

Tiene motivos para estar enojado Quique Setién y la plantilla de la UD Las Palmas. A Carlos Del Cerro Grande le costó muy poco pitar el penalti del 1-0 en San Mamés y mostrar además tarjeta amarilla a David García por unas manos involuntarias. Este jueves volvió a dirigir a los amarillos en encuentro de Copa, esta vez, también lejos del Estadio de Gran Canaria. Y varios detalles dejaron un enfado enorme hasta el punto de que el entrenador cántabro de la Unión Deportiva dijo que prefería guardar silencio.

Pero quizá lo más llamativo, dentro de un arbitraje sutilmente deficiente, fue la durísima entrada que recibió Momo de Gayá en la segunda parte. Pitó falta y dejó todo en tarjeta amarilla. El defensa valenciano, sin posibilidad de jugar el balón, lanzó una patada a la altura de la rodilla del grancanario. Momo, jugador experimentado, recogió su cuerpo para amortiguar el durísimo golpe. Sólo quedó en anécdota porque por fortuna no se produjo lesión. Para Del Cerro, en cambio, mereció que el defensa Gayá fuera indultado.

Antes, en el primer periodo, su compañero entró muy duro y por detrás a Vicente Gómez. En la caída, el zurdo grancanario acabó en el hospital con la clavícula izquierda dañada. Amarilla también pese a que el valencianista no tenía oportunidad de jugar el esférico y con su intervención frenó por detrás a un contrario que corría en vertical.

Y para terminar la noche, no permitió que Las Palmas realizara el saque de un corner en el tiempo extra, al contemplar que se había cubierto el añadido. Ni siquiera Valerón logró convencerle. Reglamento de tapa blanda para el Valencia ... otro más.