M.B.

Desde el primer minuto, al Villarreal de Marcelino García Toral le salió un problema: Nili Perdomo, que se estrenaba como titular en Primera División. El joven grancanario apareció veloz por la banda derecha en dirección al área de Areola. Su presencia en el once, recuperando el puesto más natural suyo como avanzado en el ala y no como lateral, fue una de las novedades de la tarde de El Madrigal, una de las sorpresas que cogió a pie cambiado al Submarino.

El descaro de Nili es cada día más evidente. Este sábado jugó su quinto partido computable en contrato y, en consecuencia, una mejora económica contractual se produce. La UD confía en él, se sentarán para hablar antes o después con la tranquilidad de que el club tiene la potestad de ejecutar una cláusula de renovación de dos temporadas, hasta 2018. Con actuaciones como la de este sábado se queda corto el tiempo. Porque este Nili quiere más y sus piernas, sin duda las más veloces de la cadena filial amarilla, le pueden llegar muy lejos.
En el partido hizo muchas cosas muy suyas: arranque de vértigo para ganar metros al defensor, verticalidad y centros obsesivos buscando al ariete.

Nili se ganó este sábado un merecimiento general. Su ambición en ataque y la solidaridad que expresa para ayudar al equipo agotando su combustibles es apreciable. Nili se ha desnudado en Primera; había sido el debut filial de la pasada temporada con Paco Herrera. Apareció con brillo en la Copa del Rey de esta temporada para colaborar a cubrir en el lateral derecho y, finalmente se ha instalado con los profesionales, sin timidez, creciendo día a día, sin listones.

En El Madrigal, hasta su relevo por David Simón, sólo le faltó el gol o hasta la ovación del público del Villarreal. España ha descubierto una nueva gacela, con buen toque de balón y hambre de fútbol. Esa alegría para la vista es grancanaria.