M.B.

El papel no dice toda la verdad. La dureza de las competiciones en las que está inmerso el Gran Canaria no guarda proporcionalidad con la teoría. La Liga doméstica es más exigente -o tanto- como la internacional. Así que, los miércoles, Eurocup; acaso los fines de semana, Euroliga. Los conjuntos de la ACB están muy cualificados en el concierto continental. Y más con plantillas como las del Baskonia, competidor de codo para los puestos de play offs de la Liga ACB.

En ese escenario madrugó el Gran Canaria este domingo, el primer día tras la madrugada más corta del año. Lo había advertido García Reneses antes del choque: la respuesta fisiológica de los jugadores y del público era incógnita. El Gran Canaria estuvo en un duerme-velas durante la primera parte y no despertó en realidad hasta las once y media, hora local. Ello ocurría ante un equipo que tampoco la tenía todas consigo. Muchas pérdidas, desacierto exterior (1 triple de 10 intentos) y mucha pelea por recuperaciones y pérdidas de ambos.

Todo ello hasta que subió la adrenalina tras el descanso. El parcial 16-2 volteó el marcador hasta el 57-50 y con él una pregunta más en el ambiente: ¿Por qué no el subcampeón de la Eurocup y de la Copa del Rey puede dar un salto de Euroliga?.

Ganar a equipos como el Baskonia que este domingo visitaba el Gran Canaria ya no posee carácter puntual de antaño; cada vez es más frecuente e, incluso, las pérdidas son estrechas. La proximidad del Gran Canaria con estos equipos es real. No ya por la realización de un quinteto titular de mayor calidad, sino por la profundidad de un equipo que mejora mirándose así mismo.

Firmó una gran victoria sobre el Baskonia (93-90), que no le mejora su rol pero sí su crédito. El caso del Gran Canaria puede ser inédito en el baloncesto europeo. Porque está inmerso en dos competiciones con nivel de Euroliga ... sin estar en ella. Y ahí van los muchachos, a echarle un remojón a la pasión turca.