Marcos Márquez
El Matador revive su gol del 24 de junio de 2006, que le dio a la UD el billete de vuelta a la Liga Profesional. También, el tanto más cantado de la historia del club, la encerrona de Linares y el desenlace de la liguilla
Manuel Borrego
Marcos Márquez es uno de los excelentes jugadores que han defendido el escudo de la UD Las Palmas en la última década. Suyo es el gol del 24 de junio de 2006, que selló el regreso del representativo grancanario a la Liga Profesional, en la primera conquista deportiva de la era presidida por Miguel Ángel Ramírez.
El Matador siente un orgullo personal diez años después al valorar aquel que fue su primer gran logro de amarillo. La afición descubriría al que iba al más importante goleador hasta ahora del Estadio de Gran Canaria y, viceversa, él iba a entrar de lleno en el corazón de hinchada que aún le idolatra.
"Había que ascender sí o sí. Porque era una situación casi de vida o muerte para el club", confiesa a los lectores de Tinta Amarilla el ex futbolista, ahora en su residencia en Andalucía. Márquez rememora aquellos días que culminaron con la victoria sobre el CD Linares en la isla pero que, según explica, fueron "jornadas muy difíciles. La gente valora el ascenso, pero para lograrlo la plantilla se puso en la piel del club. Estaba muy comprometida en todo. Las pasamos canutas para lograr el objetivo. Porque todavía hoy los equipos que están en Segunda B saben qué difícil es volver a la Liga Profesional".
Las Palmas lo consiguió, con Juanito Rodríguez en el banquillo, luego de pasar con éxito una cadena de obstáculos que había en su camino. Márquez fue partícipe estelar en cada uno de ellos. El primero, sin duda, en la Liga regular, cuando la Unión Deportiva se obligaba a ganar al Rayo en la penúltima jornada.
El gol más cantado en la historia de la UD
"Aquello lo vivimos muy intensamente durante muchos días. Era como una gran final. Nos metimos en el papel todos por lo mucho que nos jugábamos. Durante la semana la plantilla elaboró unos anuncios de llamamiento hacia la afición. El mensaje de cada uno era contundente. Yo mismo escribí antes mi guión, sobre lo que quería pedirle a los aficionados. La respuesta en el campo y en la grada fue espectacular", comenta.
"Porque había más de 35.000 personas en el Estadio aquel día, frente al Rayo. No cabía nadie. Miraba para las gradas y no veía un hueco. Y encima, en el minuto 85 estábamos fuera del play off porque el partido iba empatado. Si me dicen hoy que tire un penalti como aquél no sé qué haría. Era un compromiso muy grande. Salió bien, fue imparable. Pero yo veía que después del disparo el balón subía y subía. Ese gol desató la locura y ya no podíamos parar", recuerda.
La encerrona de Linares
Luego Las Palmas ganó en Lanzarote antes de medirse en promoción a la Real Sociedad B. Ahí llegó el segundo momento delicado para el equipo. "Nos faltaba la guinda del pastel, que fue el cruce con el Linares. Pero aquellos momentos en San Sebastián fueron realmente dramáticos para nosotros. Nos la jugábamos en los minutos finales y durante algunos minutos estábamos eliminados. Y entonces Nau hizo ese golazo. Memorable".
El episodio número tres a prueba de nervios se produjo en Linares. El partido acabó 2-2 pero en él había una durísima contienda. "Nos prepararon una encerrona. Sabíamos que iba a ocurrir y estábamos muy mentalizados. Las Palmas jugó muy bien aquel día. Marcamos aquellos goles, esa misión la teníamos clara porque sabíamos también que podrían ser importante en el balance final. Nauzet hizo el primero y yo el segundo. Aguantamos bien en el partido y nuestra afición, los que viajaron, las pasó canutas también. Todavía me acuerdo de la señora ensangrantada tras una pedrada. Hubo problemas dentro y fuera del campo pero el resultado era muy bueno para nosotros".
La rosca precisa de Nauzet Alemán
El remate final se produjo en Siete Palmas, hace ahora diez años. Otras 30.000 personas acudieron al Estadio de Gran Canaria en espera de consagrar el ascenso. Y allí estaba de nuevo el Matador, con la puntilla preparado. El gol que cerró la promoción lo recuerda con tanta frescura que el tiempo ni ha pasado en su arcano personal. "Fue al comienzo de la segunda parte. Alberto le puso un balón en la banda a Nau. Yo vi un desmarque entre los centrales y sólo le hice una señal para que me enviara el balón. Pero Nauzet estuvo extraordinario. Desde cuarenta metros colgó con rosca un gran centro, al sitio donde le había pedido. Mientras, veía que salía el portero (Oscar). Era la oportunidad que esperaba. Había que meter la cabeza jugándose el físico. Creo que hice el gesto justo para conectar el balón. Ese gol es uno de mis grandes recuerdos en la Unión Deportiva. Es uno de mis tesoros".
Sólo había desatado el inicio de las celebraciones. "Al primer compañero que encontré", añade Márquez, "fue a David González. Estaba calentando, en un corner. Me miraba con los ojos llenos de lágrimas. Entonces comprendí que ya teníamos lo que buscábamos. Fue una noche llena de alegría, vivimos una locura. Durante semanas estuve comprobando lo que significaba ese ascenso para los grancanarios. Ahora, desde la perspectiva actual, lo valoramos con mucha alegría todavía".
Marcos sería pichichi en Segunda A con Las Palmas y un puñado de goles (73) llevaron su firma con el escudo del club que hoy es miembro de la Primera División. "Tras estos años, siento que he contribuido a ayudar a Las Palmas. Lo pasamos muy mal en algunas temporadas, salvándonos incluso en la última jornada. Pero fueron ciclos que había que atravesar. Hoy me siento ante el televisor y veo a un gran equipo de Primera División, jugando en la mejor Liga del mundo y haciéndolo de manera notable. El éxito de Las Palmas actual es producto de haber hecho muchas cosas muy, muy, muy bien. Mi satisfacción personal es haber colaborado a ello y sentir que la afición y yo disfrutamos juntos".