Quique Setién demostró este martes su inexperiencia en el derbi canario. Se enojó mucho, porque consideró que algunos jugadores blanquiazules se habían pasado cuatro pueblos en las entradas. Total, por cuatro patadas y dos tanganas. Casi una anécdota comparado con otros derbis. La mascota de la UD, en cambio, aprovechó para sus reconciliaciones. Porque apenas hace dos años, en el último derbi oficial en Gran Canaria, le quisieron quitar la cabeza al término del partido. Pío-pío estaba en otra distinta. Aprovechó la tarde para saludar a Suso, que no sabemos si es uno de sus favoritos en el conjunto tinerfeño, mientras el resto observaba. Tampoco sabemos qué hacía en ese momento Raúl Cámara.
Pelillos a la mar
27/07/2016
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