La orquesta del campeón desafina
09/10/2016

Por Manuel Borrego

Los problemas reales nunca vienen solos. Dicen que son ciclos de tres. Los tres primeros ya los tiene sobre su mesa de trabajo el entrenador Luis Casimiro, laureado hace apenas quince días y ahora, aunque levemente, oyente de los primeros pitos de la campaña. Porque los hubo en el Gran Canaria al final del tercer traspié este domingo con el Valencia. También sus jugadores escucharon la ovación de sus leales, que entienden lo que está ocurriendo. Sus problemas empiezan con los 92 encajados ante el Tenerife, los 97 en Andorra y los 84 frente a los de Pedro Martínez. Son quebraderos de cabeza porque su equipo fue capaz de anotar menos consumando una derrota tras otra.

Que la mejor versión Gran Canaria va a volver es seguro. No se les ha olvidado todas aquellas características que le han llevado tan lejos. Ni la muñeca de Kuric o Salin se ha estropeado, ni a Báez se le ha extraviado por completo el mando y la garra, o Planinic se ha quedado en el vestuario de su selección. El equipo está en esa parte del tobogán después de una liberación anímica tan potente como ha sido ganar la tercera de las finales. Muchos miembros de su plantilla sabían lo que era el dolor de un esfuerzo sin premio y, ahora, gozaron lo contrario. Y vieron lo importante que ha sido el primer título para toda la marea que le arropa.

Todo está en la cabeza de los jugadores. Lo que sí ha ocurrido y es una evidencia es una mala gestión del éxito por parte del propio club después del regreso de Vitoria. Esa semana tan festiva, incluso introduciendo valores del jolgorio en el propio partido contra el Tenerife, fue un error. Al menos prolongarla tanto tiempo. Lo anunciaba el propio Luis Casimiro, describiendo el riesgo que finalmente se ha concretado.

A partir de entonces, la orquesta se ha desconectado. Hay muchos desafinando y, lo peor: con prisas. Es una cadena: ansiedad, malas decisiones, ánimo acelerado, ganas de vendetta y rivales que también tienen sus armas. Y la pelota que no entiende de necesidades. El Tenerife es la antítesis del Gran Canaria: tres triunfos en tres partidos. La cabeza de sus jugadores y el comportamiento de grupo está al revés que los vecinos.

Es un mal inicio, que no es capaz de pronosticar cómo puede ser el final. Todo andará. Y quizá el técnico Casimiro debería llevar al vestuario en estos momentos una frase tan 'valeroniana' para aplicarla a sus excitados jugadores: primero, las cosas sencillas para luego volver a hacer las complicadas.

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