La imagen podría generar confusión. Pablo Alvarez, capitán del Villa de Santa Brígida en el Anexo, abandonó unos instantes el campo y pidió un espejo. Le servía un teléfono móvil con la pantalla en negro, porque reflejaba su imagen. Y ahí estuvo, retocándose mientras le observaban los jugadores suplentes del filial de la Unión Deportiva. Aunque en realidad estaba colocándose una de sus lentillas en el banquillo local. Lo explica a Tinta Amarilla. "Recibí un codazo involuntario en una jugada e, incluso, un dedo en el ojo. La lentilla se me movió y tuve que volver a colocármela. Ahora tengo el ojo morado, pero el fútbol es así". El gerrillero sabe que este es el peaje de las batallas.
No es maquillaje ...
23/10/2016
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