José Manuel León, primer entrenador de Las Palmas Atlético, revive cómo fueron los orígenes del actual filial hace 40 años y las barreras que derribó el presidente Ponce para fichar al primer foráneo: Luis Saavedra
Manuel Borrego
José Manuel León fue el primer entrenador de aquel filial de la UD Las Palmas que, en el verano de 1977, se formó para competir a nivel nacional. Se cumplen ahora 40 años de esa fecha inaugural, de un ciclo que aún hoy perdura con el mismo formato. Pero hubo acontecimientos que pasaron inadvertidos y que él mismo nos descubre.
"Este es un equipo de canarios y para canarios" dijo en su génesis el presidente que iba a liderar el proyecto de Las Palmas Atlético. Domingo Ponce Arencibia, procedente del Firgas, era un hombre de convicciones, de ideas nobles. Y llevó hasta sus últimas consecuencias sus palabras. Los hechos respaldan.
León rememora a los lectores de Tintaamarilla.es un episodio de aquel primer instante del filial. "Habíamos formado una gran plantilla de jugadores locales. Se basaba en el Aficionado, que aportó el mayor número de jugadores, pero no dejamos atrás a otros buenos futbolistas, muy buenos, que militaban en otros equipos de nuestra isla. Ningún club nos dio la espalda", recuerda el técnico. "Todos querían participar en este proyecto de Las Palmas Atlético que salía a competir en Tercera".
Primera mirada al Oeste
Antonio Collar "había hecho el año anterior una gran labora en el Aficionado. Lo ascendió y dejó el grueso de un equipo importante. Pero nosotros veíamos más allá". Cruzando la isla, en dirección al Oeste, un joven jugador del Orotava ya despuntaba y León hizo una apuesta por él. Sin embargo, hubo que derribar barreras.
"Las Palmas siempre trajo de Tenerife a sus mejores jugadores. Ocurrió en mi época", puntualiza. "Pero, una vez iniciado el trabajo con Las Palmas Atlético le dije a Domingo Ponce que Luis Saavedra, un chico de apenas 16 años, tenía muy buenas maneras. No tuve que insistir mucho para que lo entendiera".
Sin embargo, el propio Ponce encontró resistencia entre "algunos directivos del filial, que decían ‘no' a cualquier jugador que procediera de Tenerife. Domingo Ponce dio la cara, me apoyó ciegamente en la propuesta de traer a Saavedra", jugador que se iba a convertir en el primer no grancanario del nuevo filial. "La decisión de Domingo Ponce fue tajante. El jugador vendría ganando lo que el resto de futbolistas de la época, unas 12.000 pesetas (72 euros) mensuales. Y el resto lo pagó él. Luis vino, se hospedó en el Hostal Londres, en León y Castillo. Y la manutención y alojamiento del jugador corrió a cargo del presidente Ponce. Fue todo un ejemplo. La UD Las Palmas apostaba por su cantera propia y también por la tinerfeña".
El propio León se encargó de hacer gestiones para que Saavedra siguiera sus estudios de Bachiller en Los Jesuitas. "El club estuvo a la altura. Luego siguieron otros casos. También el directivo Manuel Betancort colaboró en ello, facilitando que los futbolistas de cantera de otras islas estuvieran en nuestra cadena. Comían por un acuerdo en los Hermanos Rogelio".
Vocación de región canaria
Entonces, como ahora, Las Palmas tenía una vocación regional en su formación y promoción de canteranos. "Ponce era muy inteligente. Unió al club a directivos de otras entidades, como Artesano, Sambrit, Telde, Hespérides, ... El filial despertaba el sentimiento de unidad. Y avanzó rápido en la competición. Yo estaba rodeado de un gran equipo de trabajo, con mi segundo, José Antonio Pérez, con Ruiz Caballero, Bermúdez, los delegados Cazorla y Antonio Rodríguez. Hicimos una piña para poder competir contra rivales como Celta, que hacía dos temporadas estaba en Primera, Albacete, Pontevedra, el mismo Tenerife ..."
El primer año, 1977-78, fue "de asentamiento en la categoría. Teníamos rivales de gran nivel, con jugadores muy veteranos. Nosotros estamos aprendiendo. Además, cuando terminaba la temporada el equipo cedía jugadores al juvenil para competir en el Campeonato nacional. Teníamos en plantilla un par de veteranos, como Benito y Toledo, pero también gente muy joven. Todos con hambre".
Uno de esos casos más llamativos fue la oportunidad que le brindó León a un portero de 16 años, como Manolo López, un hecho nada habitual. "Si era bueno, como su caso, yo apostaba por él. Me la jugaba si hacía falta. Pero es que además, los entrenadores del primer equipo me pedían consejo. Teníamos un filial con gente muy preparada para dar el salto. A Muñoz y a Antonio Ruiz le recomendaba a los futbolistas para salir en Primera. Me hicieron caso también. La relación era muy fluida".
De aquel primer equipo filial cruzaron a la máxima categoría hasta 16 jugadores en los primeros años. "Y luego, tras una temporada de experiencia, fuimos a por el ascenso. En apenas dos años ya estábamos en Segunda División B, que tenía también rivales tremendos. Fue una gran experiencia para los jugadores y también para mí".
El acierto de la confección de ese equipo con un formato de unidad aún perdura cuatro décadas después. Las huellas de José Manuel León fueron las primeras.