B.P.

Pedro Estévez Domínguez, 46 años, Santa María de Guía, se convierte en el nuevo presidente del CN Las Palmas. Estévez, exnadador y luchador, suple en el cargo a Pedro Ruiz, quien seguirá formando parte del grupo de gobierno, ahora como directivo de la entidad. El proclamado nuevo máximo gestor del club de la piscina ‘Julio Navarro' tomó el cargo tras ser el único candidato a la presidencia; y en estos días toma el pulso de una entidad que afronta, entre otros retos, la remodelación de las instalaciones.

-¿Por qué se presentó a esta presidencia?

- La decisión inicial de presentarme a la presidencia fue, porque la actual junta directiva se quería ir, y las perspectivas eran que otra personas movieran una plancha. La alternativa que se podía presentar para suplir a los anteriores gestores no nos parecía conveniente para la delicada situacion económica del club.

- ¿Y ahora cuáles son sus planes?

- Lo que empezó como un movimiento defensivo se ha ido transformado en un reto de gestión; un reto por transformar una visión del club como una empresa de servicios, que es lo que somos y en la que el cliente es el usuario, el socio, el deportista.

- ¿Y cómo llevará a cabo esos planes?

- Tenemos el compromiso de buscar profesionales de la gestión, que unido al equipo anterior que quiso elegir quedarse, vamos a por este reto. Ese es mi compromiso: la transformación de un club en la gestión de una empresa de servicios en la que el usuario, el deportista, debe ser el centro de máxima atención. Por ello, todas las decisiones deben ir encaminadas a maximizar su valoración sobre el servicio que reciben.

- Para quien no le conoce, ¿quién es Pedro Estévez Domínguez?

- Tengo 46 años. Fui nadador durante diez años, y luego luchador de lucha canaria. Ambos deportes marcaron lo que soy, perseverancia y capacidad de trabajo en equipo básicamente. Profesionalmente me licencié en Ciencias Económicas, y estuve 18 años en el sector financiero, básicamente en funciones directivas, especializándome en gestión de empresas y RRHH. Llegó un momento en el que me aburró porque necesitaba nuevos estímulos, y pedí irme. No fue fácil. Supuso enfrentarme a la empresa y que mi mujer aceptara que tocaba amarrarse los machos. Pero cambie la seguridad por el placer de emprender, por el placer de gozar con cada cosa que hago, y la satisfacción que da vivir el vértigo de la inseguridad, que es lo que tiene ser emprendedor.

- ¿Y a esta aventura del CN Las Palmas cómo llega?

- Con la ilusión de un niño por hacer las cosas mejor y por aprender cada día.