Opinión

Un huracán convertido en tormenta
14/10/2018

Manuel Borrego

Después de las tres últimas jornadas, la UD Las Palmas podría verse como el símil futbolístico de Leslie, el fenómeno meteorológico que tanta tensión había despertado durante la última semana por nuestras latitudes. Apareció en el verano de la Segunda División actual como un huracán, dispuesto a borrar su nefasto año y medio llevándose a su paso todo. Pero después tres partidos sin anotar, con brújula extraviada en muchos minutos de ellos, y con el germen de una crisis de resultados ya evidente, el equipo se ha convertido en la tormenta de octubre.

La fuerza inicial del conjunto amarillo, al menos la que se le advierte por la excelente plantilla que se ha puesto en manos de Manolo Jiménez, no es ahora apreciable con esa intensidad. Nueve jornadas de la Liga forman ya una fracción de campeonato lo suficientemente importante como para que el rodaje estuviera finalizado o casi y la virulencia ofensiva que se le presupuesta a ese grupo de futbolistas fuera a estas alturas una realidad.

Pero no; al contrario. No se ha producido un avance sino un receso reciente en el juego, añadiéndose en Almería una inesperada debilidad defensiva de la que pueden tomar nota los siguientes adversarios de la competición. El conjunto de Fran Fernández, como antes hiciera el Alcorcón o Sporting, demostró que el temido Leslie amarillo no les asusta. Y los árbitros tampoco le respetan porque lleva un elevado número de decisiones que lesionan claramente los intereses grancanarios. Es un todo ...

La fortaleza de las propias palabras del entrenador Jiménez también están yendo de más a menos, de ser el equipo a batir y todas aquellas frases relacionadas con la plantilla, a desconocer ahora en qué posición quedaría -dijo el viernes cifrando varios puestos- y admitir que "estamos lejos de lo que queremos".

El desajuste es evidente; negarlo no ayudará a reclamar la exigencia a la plantilla que sea proporcional al esfuerzo realizado para reunirla, al sacrificio también ofrecido de unas piezas con señas de identidad para la venida de otras nuevas o a la ilusión de los miles de aficionados que están esperando una señal.

El momento ‘octubre rojo' de la UD Las Palmas se vive entre contradicciones: Fue estimulante comprobar cómo apareció con energía Sergio Araujo, ofreciendo soluciones en ataque con su movilidad y deseos de conquistar su reino. Pero es el mismo jugador que cuando se inició el campeonato nadie echaba en falta ni le nombraba porque otros habían encauzado el trabajo. La esperanza de ver al Chino también contrasta con el ruido general que el motor del equipo emite desde hace unas pocas fechas.

La UD Las Palmas de Jiménez no se confeccionó como equipo experimental. Es uno de los poderes de la Segunda División 2018-19 y tiene que demostrarlo como segundo presupuesto tras el Málaga. "A veces no sólo con palabras se logra convencer a los futbolistas" decía el entrenador Pepe Mel hace un tiempo al analizar la crisis de uno de sus equipos. A la UD, a su grupo de jugadores y técnicos, y a sus sufridos aficionados no le consuelan ya las palabras o las promesas de vientos huracanados. Esos hay que vivirlos desde ya, empezando por la próxima recepción ante el Numancia, porque de lo contrario las puertas del infierno siempre seguirán abiertas.

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