Manuel Borrego

El reestreno de Paco Herrera como entrenador de la UD Las Palmas se produce este domingo en una situación muy incómoda por lo inesperado. La necesidad de ganar, de ‘redimirse' de los pecados cometidos y dar sensaciones de vida como candidato es una prioridad en tres dimensiones que se ha de examinar ante el Real Oviedo.

El tiempo ha venido a demostrar que el extravío de conceptos y de crédito de la era Manolo Jiménez era más profundo de lo esperado. Con su manera de expresarse con sinceridad, Paco Herrera dijo en la víspera del encuentro algo que podría generar la alarma si no fuera por la calidad que atesoran los futbolistas. El equipo aún no está hecho, advirtió ... el 1 de diciembre.

Pero no queda otra sino hacer camino al andar, como el caminante. Y el andar de Las Palmas es exigente, porque tras nueve jornadas con el JPS averiado su senda y la formación de su personalidad como grupo se ha de lograr en plena batalla, sin margen de error porque las concesiones realizadas ya fueron abundantes.

En esa búsqueda está el nuevo cuerpo técnico, que ya se obliga a enseñar la mano propia en este segundo partido ante el Real Oviedo. Es segura la remodelación de la línea defensiva. Y podría ser una reparación al completo con respecto a Cádiz si Diego Parras y Dani actúan en los laterales y vuelve a unirse el tándem de centrales compuesto por David García y Cala.

La fragilidad ante el Cádiz fue y una de las notas sonrojantes de la pasada jornada. Pero aún se atisbarían más novedades en ataque en la búsqueda de soluciones. Porque los problemas de la UD Las Palmas están en las dos áreas. Araujo y Rubén Castro parecen idea fija del entrenador que ha de resolver sus acompañantes idóneos de vanguardia.

"La tranquilidad del equipo es la calidad del grupo de jugadores que tenemos en la plantilla", comentaba el propio Herrera. Y el movimiento se demuestra andando porque el tren de la promoción incluso ya está a varios peldaños.