De aquellos partidos con el Zaragoza de 2015 se recuerda más lo que ocurrió el día del juicio final, con Sergio Araujo anotando el tanto que llevó a Las Palmas a la Primera División. Pero en el choque de la fase regular hubo otro gol singular: lo fabricaron Hernán Santana y su socio desde filiales, Roque Mesa. Estaba Las Palmas con ocho jugadores en el campo y el temor a perder el botín de una goleada al equipo maño era cierto. Pero los dos creyentes se lanzaron tras un balón imposible que acabó en las redes de Bono. La energía de ese instante evitó que aquellos puntos tan importantes se alejaran del estadio de Gran Canaria.
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