Manuel Borrego

La ilusión tiene una capacidad asombrosa para regenerarse. Eso es lo que trata de hacer la UD Las Palmas en su enésimo intento, en su reconquista de la esperanza.

Todo pasa por el Carlos Tartiere, estadio del Real Oviedo que los amarillos tuvieron el honor de inaugurar en 2000. Acuden a él con el alma golpeada por los últimos resultados, que han desinflado el proyecto in extremis de Pepe Mel. Pero todo no está dicho porque las matemáticas siguen abiertas.

El equipo grancanario sigue su propia contrarreloj, aunque sin encontrar esos resultados que coloquen cuesta abajo a toda velocidad. Los partidos frente al Deportivo y Granada, como visitantes, son argumentos para creer que este sábado los amarillos puedan salir airosos en su visita al Oviedo.

Y aunque es un adversario con idénticos pensamientos de promoción, Las Palmas apela a su optimismo para reconquista esa esperanza a través de una victoria.

Hay novedades anunciadas en el once amarillo. La baja de Cala obliga a la reconstrucción del centro de la defensa. Mientras Momo parece tener mando en esta oportunidad en el centro del campo. Y al y al cabo fue el jugador con mejores ideas en la segunda parte frente al Elche.

Le espera a la UD una hilera de contratiempos que expondrá el propio Oviedo, con un sistema de juego que ya logró bloquear durante muchos minutos en el Gran Canaria a la UD Las Palmas.

La victoria es lo que única cuenta; no el cómo. Y a partir de ahí sacar otra vez la calculadora para empezar a hacer números. Porque lo único cierto es que en el comienzo de abril, la UD Las Palmas depende de sí misma. Léase: ganar, ganar, ganar y volver a ganar.