Clubes, técnicos y aficionados viven con incertidumbre la posibilidad cierta de la temporada 2020-21 empiece el año próximo o se anule por completo
B. Pérez
Clubes, técnicos y jugadores han expresado en las últimas horas su preocupación por la deriva que ha tomado la pandemia y las decisiones que se puedan adoptar sobre las competiciones de 2020-21. El fútbol es el primero en salir a escena, con reuniones importantes citadas este lunes. La principal está relacionada con el fútbol no profesional: léase, de Segunda B hacia las profundidades de la categoría de base. Porque está en el aire la opción de que el comienzo de la campaña se traslade a 2021 (enero o marzo) o, finalmente, no se celebre partido alguno.
Que sepamos, la temporada próxima ya tiene dos fechas y corresponden a equipos de Canarias. Se trata del duelo entre el Arucas y Las Zocas por una plaza de ascenso a Tercera División, previstos para inicios de septiembre (días 6 y 13). Esos partidos a disputar en el Juanito Marrero y Tonono Afonso pertenecen al calendario de 2020-21 por resolución de la RFEF. Y los de la promoción de ascenso a Primera y Segunda B aún pendientes corresponden a la aún inconclusa campaña 2019-20. A partir de ahí, todo lo demás es un dilema.
El Consejo Superior de Deportes está muy preocupado y, a través suyo, el Gobierno de España insta a las federaciones a guardar máxima prudencia posible. No es un problema relacionado con la asistencia del público en las gradas, es la propia competición que se ha salpicado en el mes de julio y agosto con incidencias relacionadas con el Covid19.
Los presidentes de las federaciones territoriales que se verán con Luis Rubiales para decidir qué hacer (la pandemia tiene distintas caras en los rincones del país) han escuchado a clubes y protagonistas del lesivo daño que va a sufrir el fútbol no profesional con un aplazamiento o anulación de la próxima campaña. AFE y Proliga han reclamado un espacio en esas reuniones a las que no han sido invitados.
La situación de mayor incertidumbre es para la Segunda División B, donde actualmente militan Las Palmas Atlético y la división donde debutará la UD Tamaraceite. Cien equipos forman esta categoría en 2020-21 antes de la fracción con la creación del año venidero. Y muchos clubes, como también algunos en Tercera, cubren sus obligaciones ante la administración como hacen las entidades de rango superior. Centenas de jugadores, técnicos y otros empleados son profesionales a los que se anularía su actividad. Y las voces se alzan mientras lo peor del Covid19 podría volver.
Sólo en tiempos de guerra ha podido verse el deporte en esta tesitura, dificultad que el fútbol profesional o el baloncesto de la ACB podrían salvar con rigurosos protocolos. Un ejemplo es el de la UD Almería, que se aísla en los próximos días de la sociedad para poder encarar los play offs pendientes a la Primera División. Esa solución, de Segunda B hacia el la base del fútbol, es inimaginable.
¿Qué decir de otras modalidades?. La preocupación es semejante. Los deportes de contacto podrían ser los más afectados. La lucha canaria reclama la vuelta a la actividad a los gobernantes, que exigen también unos protocolos que nunca antes se han conocido. Porque afectan hasta la higiene de la propia arena donde bregan nuestros puntales. La pelota va cambiando de manos y la solución, tal como pinta el mundo Covid19, se ve realmente compleja porque una de las condiciones, además, es la vuelta de los aficionados a los terreros. Competiciones nocturnas, hábitos difíciles de erradicar, no profesionalismo o la propia esencia de las agarradas, sin posibilidad de un distanciamiento ... su escenario también es radical. Por más que levanten la voz, la realidad se impone.
El deporte estará atento a lo que esta próxima semana emana de los gestores del fútbol porque será una muestra de botón de lo que viene o lo que no vendrá por culpa de un bicho que sigue danzando sin control por todo el Planeta.