Episodio 3
Manuel Borrego
Hasta 1995, de Adrián Déniz había solo algunas referencias periodísticas relacionadas con su actividad como gerente de la empresa Sialsa o vínculos con el baloncesto que apadrinaba Sandra, entonces como patrocinador. "De fútbol no tengo ni idea; si me preguntan sobre vacas les respondo" decía con un rostro que el informador no sabía interpretar si transitaba entre la veracidad o la picardía.
Fue el economista Adrián Déniz el presidente que asumió el mando en la temporada 1995-96, para dirigir a la UD Las Palmas hacia la puerta de salida de la Segunda División B. El paquete accionarial de su empresa en la SAD desde 1992, su vinculación con el Cabildo de Gran Canaria y la regeneración interna en el consejo de administración hicieron que el 3 de junio de 1995 fuera ratificado ya con carácter oficial como presidente del club, el tercero desde que la entidad se había reconvertido en 1992.
El día del nombramiento oficial de Pacuco Rosales como entrenador, al que Déniz no conocía entonces, coincidió con la confección de los distintos equipos de trabajo de su órgano rector de la Unión Deportiva:
* La comisión deportiva estaba compuesta por Adrián Déniz (presidente), José Luis Cárdenes, Angel Luis Padrón Dieppa y Domingo González Chaparro.
* La de recursos económicos (atípicos) la encabezaba Rafael León Talavera, junto a Francisco Ortega, Andrés Domínguez y Francisco Martín Betancor.
* Los miembros de la comisión económica eran José Luis Cárdenes y Eustasio López. El equipo de organización del club lo integraban Angel Luis Padrón y Domingo González Chaparro, mientras la comisión jurídica y de disciplina la formaron Luis León Fernández, Antonio Sánchez Tetares (además, secretario del consejo) y José Merino González (secretario general del club).
Todo aquel entramado que se establecía, empezando por el equipo técnico Rosales-Juan Manuel Rodríguez, había generado un crédito en la sociedad amarilla. Y así se lo hicieron saber los aficionados cuando el 26 de julio de 1996 más de 5.000 personas estuvieron presentes en el Estadio Insular para la presentación oficial del equipo de Segunda División B.
Al margen de los fichajes (Espejo, Santi Calvo y Bodelón, los que inauguraron la captación de refuerzo) la primera gestión del presidente Déniz fue el traspaso de Toni Robaina al CD Tenerife, entonces en Primera División. Pero esos movimientos iniciales de su gestión no generaron controversia. Se había regenerado la ilusión pese a los tres golpes consecutivos en sendas liguillas de ascenso.
Déniz fue un presidente atípico: Era capaz de recibir a las delegaciones en el palco del Estadio Insular con atuendo tradicional canario. Y con el cachorro, como sus antepasados en San Mateo. El no saber de fútbol (eso decía) le llevó a aplicar su máxima: "Me desprendo de la pasión para poder tomar la mejor decisión". Lo aplicó hasta sus últimas consecuencias.
El presidente Déniz y sus colaboradores sortearon las lógicas dudas externas y las propias en el camino hacia la liguilla. Su popularidad fue creciendo y también sus valoraciones futbolísticas. Aunque durante la exitosa fase de ascenso comenzó la cuenta atrás de su etapa: El 14 de junio de 1996 -tras el tercer triunfo de la serie- un grupo de cuatro empresarios aportaba 457 millones de las antiguas pesetas para cubrir el 41% de una ampliación de capital en la que estaba inmersa la SAD. Gerencia Deportiva desembarcaba aunque la gloria del ascenso llevaría el nombre de Déniz.
"Pacuco: Si caemos, caemos juntos"
Este es el recuerdo para los lectores de Tinta Amarilla de Adrián Déniz de aquella etapa suya en la presidencia de la UD Las Palmas:
* "Fueron días extraordinarios para todos. Lo importante, en mi caso, fue conocer a una persona como Pacuco Rosales. Porque resultó ser un entrenador excepcional, persona excelente y algo que se echa de menos en gente de su cargo: saber plantear un proyecto y desarrollarlo, llevarlo a cabo. Y en cada momento tomó las decisiones correctas para decidir el rumbo. Es alguien que se sube a una causa la lleva hasta el final. Y yo también. Eso me gustó mucho. Ambos compartíamos una idea, teníamos un propósito con la firmeza de llegar hasta las últimas consecuencias"
* "Eran días felices, sí. Yo llegué al mundo del fútbol cuando se constituyó la sociedad anónima. Hasta ese año, 1995, no llego a la presidencia. Fue clave tener a Pacuco, porque fue un hombre que vino de frente a resolver todo lo futbolístico. Teníamos que contratar, decidir, organizar una estrategia deportiva. Y él, con sus compañeros de dirección técnico, me trajo los deberes resueltos. Sólo tuve que ocuparme de la cuestión económica y organizativa interna del club. Era un tema importante, pero nada funcionaría si en lo deportivo no funcionaba"
* "Es que ni me acuerdo que me pidieran el cese de Pacuco Rosales durante aquel año. Naturalmente sé que hubo gente que intentó quitar al entrenador en aquel momento, sobre todo al final de temporada. Había gente, sí, incluso de prensa que me pedían ese cese. En principio, ni contestaba a esa pregunta. Porque todo el mundo sabe que a mí me preguntaban una cosa y yo contestaba lo que me daba la gana. Soy así. Pero esas peticiones de cese y esas maniobras que se hicieron en torno a su continuidad como entrenador ... no me hicieron perder ni un segundo, ni la calma. No me preocupaba para nada porque tenía claro que le dije a Pacuco: "Si nos caemos iremos juntos. Y se acabó". Y no hay alternativa. No podemos poner a otro piloto en el avión (...) En cualquier caso. Esto no era una fe ciega en Pacuco y yo mantuve hasta el final ciegamente porque él, como entrenador, día a día, acto a acto validaba continuamente sus méritos. De ahí que tampoco se trataba de que yo tuviera el afán de la majadería y de que por se mantuvo por mí. Pacuco siguió hasta el final porque demostró que era capaz de llevar el trabajo"
* "Aquel equipo del ascenso no costó mucho dinero. Debe haber sido la plantilla de ascenso más barata que ha tenido en su historia la Unión Deportiva Las Palmas, en mucho tiempo. El jugador más caro nos costaba ocho millones de pesetas de la época. Y el contrato más caro que hicimos estaba entre quince y diecisiete millones, uno de ellos era el de Valerón y otro el de Paquito, por la antigüedad que tenía en el grupo. El resto, como mucho, cobraba ocho o nueve millones al año. Finalmente, cuando ascendimos, terminaron cobrando algunos como premio a los goles y a su rendimiento diez u once millones de pesetas en el caso de Eloy, por ejemplo. Pero fueron unas cantidades que no eran disparatadas. Y eso permitió que, con el ascenso, el club tuviera unos ingresos añadidos suficientes para cubrir las pérdidas del club, incluso las de años pasados. Terminamos con una economía boyante esa temporada"